No cambiar la hora ni en verano ni en invierno en EEUU disminuiría los infartos cerebrales y la obesidad, según un estudio

Si en Estados Unidos no se cambiara la hora dos veces al año, habría una menor incidencia de obesidad y de accidentes cerebrovasculares. Es lo que concluye un estudio de la Universidad Stanford (EEUU) publicado en PNAS que comparó cómo tres políticas horarias diferentes —horario estándar permanente (de invierno), horario de verano permanente y cambio bianual— podían afectar a los ritmos circadianos y a la salud de la población. Al modelar la exposición a la luz, los impactos circadianos y las características de salud condado por condado, los investigadores estiman que el horario estándar permanente evitaría unos 300.000 casos de accidente cerebrovascular al año y reduciría en 2,6 millones el número de personas con obesidad, en comparación con el cambio bianual. El horario de verano permanente también sería positivo, aunque con un impacto menor.  

15/09/2025 - 21:00 CEST
Reacciones

Juan Antonio Madrid - cambio hora

Juan Antonio Madrid Pérez

Catedrático de Fisiología y director del Laboratorio de Cronobiología en Universidad de Murcia

Science Media Centre España

Calidad del estudio

El estudio se ha realizado siguiendo un diseño metodológico muy serio y transparente. Utiliza modelos matemáticos del sistema circadiano previamente validados (Jewett–Forger–Kronauer modificado) y datos oficiales fiables sobre indicadores socioeconómicos y de salud (Censo de EE.UU., dataset PLACES de los CDC). El uso de modelos matemáticos basados en exposiciones lumínicas idealizadas permite identificar cuál podría ser el efecto de la supresión del cambio horario y la adopción de un horario estable todo el año. 

Fortalezas del artículo

  • Se aborda el efecto del horario oficial durante todo el año y no únicamente durante cortos periodos de tiempo antes y después de los cambios, como ha sido lo habitual hasta el momento.  
  • Enfoque multidisciplinar que combina especialistas en ingeniería biomédica, cronobiología y epidemiología. 
  • Utiliza datos a nivel de condados, ponderando el impacto del horario de acuerdo con la población residente, lo que confiere una mayor relevancia a las conclusiones en relación con la salud pública. 
  • Total transparencia en los procedimientos de análisis, fuentes, y disponibilidad de datos. 

Debilidades del artículo.

  • El modelo asume un patrón de exposición a la luz y horarios de sueño idealizado para toda la población, lo que puede infraestimar el impacto real de mantener un horario estable en poblaciones con horarios irregulares, trabajo nocturno o bajo acceso a luz natural. 
  • No incorpora factores de comportamiento (actividad física, tiempo al aire libre) ni meteorológicos, que podrían modificar la exposición a la luz y, en consecuencia, la cronodisrupción potencial. 
  • No analiza, ni pondera la heterogeneidad de cronotipos a nivel poblacional, ya que utiliza el cronotipo intermedio (el más frecuente) como referencia general. 

Originalidad del planteamiento. 

Los cambios de hora de primavera y otoño han sido cuestionados durante años por sus efectos negativos sobre la salud en los días inmediatamente posteriores a los cambios, hasta tal punto que todas las sociedades nacionales e internacionales de sueño y cronobiología proponen su supresión.  

Este estudio ha dado un paso más allá y ha analizado qué ocurriría si Estados Unidos adoptara un horario fijo durante todo el año, estimando el impacto de mantener el horario estándar (SDT) o el de verano (DST) de forma permanente. 

Resultados principales. 

Las simulaciones matemáticas muestran claramente que mantener el horario estándar (SDT) todo el año reduciría de forma significativa la carga sobre el sistema circadiano (cronodisrupción) y, con ello, la prevalencia de obesidad y accidentes cerebrovasculares. El beneficio sería algo menor si se adoptara el horario de verano permanente (DST), pero, en cualquier caso, ambas opciones mejorarían la salud en comparación con seguir cambiando la hora dos veces al año. Los autores también muestran que el impacto no es igual en todo el país: la posición geográfica dentro de la zona horaria (este-oeste) y el cronotipo (personas más matutinas o más vespertinas) influyen en el grado de beneficio. En general, serían mayores los beneficios en el caso de los habitantes de las zonas situadas más al oeste de cada franja horaria y los sujetos vespertinos. 

Conclusión general. 

Este trabajo es pionero porque cuantifica los efectos crónicos de la política horaria sobre la salud, algo que hasta ahora apenas se había estudiado. Sus conclusiones apoyan la idea de abandonar los cambios de hora estacionales y optar por el horario estándar permanente (el más próximo al horario solar) como la opción más saludable para la mayoría de la población. Aunque el modelo asume condiciones de luz ideales y no incluye todos los factores de la vida real, como horarios irregulares de sueño o tiempo pasado al aire libre, ofrece una base científica sólida para el debate sobre el futuro de la política horaria.  

Estos resultados serían extrapolables también a otros países con grandes diferencias entre el horario oficial y el solar como es el caso de España. 

No declara conflicto de interés
ES

M Ángeles Rol - cambio hora

María de los Ángeles Rol de Lama

Catedrática en el departamento de Fisiología de la Universidad de Murcia

Science Media Centre España

El artículo que publica PNAS ha pasado por un proceso de revisión por pares que garantiza su solidez y calidad, apoyado, además, por el prestigio de la propia revista. También aporta conocimiento en un aspecto muy poco estudiado como es el efecto crónico del cambio horario DST/SDT [las siglas en inglés de horario de verano (DST) y horario estándar o de invierno (SDT)], frente a los efectos agudos, más conocidos. Los resultados pueden ayudar a la toma de decisiones, tanto en Europa como en España, sobre la conveniencia o no de mantener el cambio horario. En este sentido, los datos apoyan la eliminación del cambio horario y la de adoptar la hora SDT frente a DST (aunque con poca diferencia). El estudio es elegante y está bien diseñado. 

Su limitación es que se trata de modelos (por otro lado, una de las pocas aproximaciones posibles para hacer este tipo de estudio) y, como tal, la modelización implica asunciones que no siempre se reproducen en condiciones ambulatorias. Así, en España un horario de sueño de 10:00 pm a 7:00 am durante los días de trabajo es poco probable. La diferencia en la extensión geográfica también podría implicar que los resultados obtenidos no fueran tan concluyentes en nuestro país, ya que las diferencias de latitud entre este y oeste son mucho menores que en EEUU, pero esto no resta validez a los datos obtenidos, ni a las conclusiones. 

No declara conflictos de interés. Ha sido miembro de la comisión del Gobierno de España para el estudio de la reforma de la hora oficial. 

ES

José María Martín - cambio hora

José María Martín Olalla

Profesor titular del departamento de Física de la Materia Condensada de la Universidad de Sevilla

Science Media Centre España

El artículo contrasta datos de salud a nivel de condados de Estados Unidos con un modelo circadiano desarrollado a partir de una jornada diaria tipo y fija. El título en sí no es muy sugerente. Uno esperaría diferencias cuando se comparan datos regionales. Del título se infiere que los autores no encuentran tendencias dignas de destacar en estas diferencias.   

El estudio aborda la compleja tarea de comparar políticas diferentes de cambio de hora. No hay muchos experimentos naturales para este tipo de estudios. Los autores suplen esta carencia con modelización. Los datos sanitarios son bastante buenos y proporcionan una granularidad muy detallada que permitiría analizar diferencias a nivel de condado americano.    

El modelo usado tiene, sin embargo, limitaciones a mi juicio dignas de destacar cuando se habla de las regulaciones horarias. Primero, a mí me gusta advertir que la política del cambio estacional de la hora está relacionada con el hecho de que la jornada tipo no existe en realidad: hay una distribución de jornadas y, particularmente, quienes madrugan y quienes no. No es cuestión solo de preferencias (cronotipo) sino, muchas veces, de tipo de actividad. El cambio estacional de la hora amortigua estas diferencias: quienes madrugan no lo hacen tanto en invierno, porque la hora se retrasa en otoño; y quienes se activan más tarde, no lo hacen tan tarde en verano, porque la hora se adelanta en primavera.   

Segundo, el estudio y sus conclusiones se basan en el comportamiento actual, con la actual regulación horaria. No se puede predecir cómo responderá la sociedad ante un eventual cambio de la política horaria. Si, por ejemplo, se elimina el cambio de hora, y se adopta la hora de invierno permanente, amanecerá más temprano en primavera-verano y algunas personas encontrarán ventajoso empezar su jornada antes. Esta componente social es muy difícil de incluir en estos estudios y es una limitación importante.   

Dicho de otra forma, los autores parten de una jornada típica válida con validez anual extraída, probablemente, de un conocimiento social. La cuestión es hasta qué punto esa jornada típica anual es el resultado de emplear el cambio estacional de la hora. Como señalábamos en un reciente estudio (la referencia 19 del trabajo), socialmente un ritmo regular es muy de agradecer, fisiológicamente un ritmo regular es también óptimo, pero esas preferencias estables interfieren con el hecho insoslayable de que, a ciertas latitudes, amanece bastante antes en verano que en invierno. Dado que la luz matinal activa la fisiología humana, quienes viven a una cierta latitud pueden ser propensos a preferir activarse más temprano en verano y más tarde en invierno, algo que no se tiene en cuenta en este trabajo. 

No declara conflicto de interés
ES

Mª Ángeles Bonmatí - cambio hora USA

Mª Ángeles Bonmatí

Investigadora principal en el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria y profesora en el departamento de Anatomía Humana y Psicobiología de la Universidad de Murcia

Science Media Centre España

El estudio publicado en PNAS por Weed and Zeitzer (2025) se suma a la evidencia epidemiológica que vincula los cambios de hora con un aumento de accidentes cerebrovasculares y otros eventos de morbilidad. Combinando modelos matemáticos de respuesta circadiana con datos de salud de diferentes regiones de EE. UU., los autores concluyen que mantener el horario estándar (llamado comúnmente ‘de invierno’) todo el año, eliminando los cambios bianuales, podría producir un ligero descenso en la incidencia de obesidad y accidentes cerebrovasculares. Mantener el horario de supuesto ahorro energético (‘de verano’) también contribuiría a esa reducción, aunque en menor medida. 

Entre los aspectos destacables del estudio está que utiliza un modelo circadiano riguroso que incluye exposición a la luz, cronotipo, latitud y ubicación dentro de la zona horaria. También integra predicciones biológicas con datos epidemiológicos reales y tiene en cuenta factores socioeconómicos y de salud. Además, analiza tanto los efectos circadianos agudos de los cambios de hora como los crónicos de vivir permanentemente con un horario u otro, y sus predicciones respaldan la evidencia previa sobre el impacto negativo inmediato del cambio de hora. 

Entre sus limitaciones, los propios autores reconocen que se trata de un estudio teórico y basado en modelización, no en ensayos experimentales ni seguimiento real longitudinal. Se usan patrones de luz idealizados que no reflejan lo que ocurre en la vida real, donde los horarios laborales, la luz artificial y los distintos estilos de vida alteran la exposición a la luz. Por otro lado, solo se han incluido cronotipos intermedios, por lo que estos resultados podrían variar al incluir personas con cronotipos más tendentes a la verpertinidad o matutinidad. Además, el análisis se centra únicamente en el impacto de la política horaria sobre el sistema circadiano y no en los efectos de la misma sobre otros aspectos de la salud, la economía o el comportamiento social. 

No obstante, el estudio aporta valor al comparar sistemáticamente tres escenarios: cambio bianual actual y horarios permanentes tanto estándar como de supuesto ahorro energético, y predice efectos crónicos beneficiosos al mantener un horario fijo. En España, que también cuenta con el cambio bianual, estos resultados reforzarían la idea de que abolir el cambio de hora sería lo más beneficioso para la salud. Sin embargo, debido al desfase entre el horario solar y social de nuestro país, existente incluso con el horario estándar, es posible que el beneficio de mantener el horario de supuesto ahorro energético durante todo el año fuera aún menor que en el caso del presente estudio realizado en EE.UU. Además, conviene recordar que el número de horas de luz natural va variando a lo largo del año debido al movimiento de traslación de la Tierra alrededor del sol, independientemente del tipo de horario. En verano, aun manteniendo el horario estándar todo el año, seguiríamos teniendo más horas de luz natural que en invierno. 

En resumen, pese a sus limitaciones, se trata de un estudio sólido, revisado por pares, que refuerza la evidencia de que el cambio bianual es la opción menos saludable. Además, aporta evidencia comparativa entre el horario estándar y el de supuesto ahorro energético, sugiriendo una ligera ventaja del horario estándar permanente, que podría contribuir a reducir el número de personas que padecen obesidad y accidentes cardiovasculares. 

No declara conflicto de interés
ES

Mª José Martínez - cambio hora USA

Mª José Martínez Madrid

Fundadora y directora de la spin off de asesoría circadiana Kronohealth, investigadora en el laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, colaboradora en CIBERFES y coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño

Science Media Centre España

Este estudio de Stanford en PNAS aporta un mensaje muy relevante: mantener un horario estable y alineado con la luz natural tiene beneficios claros para la salud. Los autores muestran, con modelos aplicados a toda la población de Estados Unidos, que reducir la ‘carga circadiana’ —es decir, la desincronización entre nuestro reloj biológico y el entorno— se asocia a menos obesidad y menos ictus. Es un paso más allá de lo que ya sabíamos: no solo los cambios de hora de primavera y otoño generan problemas agudos de sueño, accidentes o infartos, sino que también el horario que mantengamos de forma permanente influye en nuestra salud a largo plazo. 

En España, esta discusión tiene aún más peso. Nuestro país vive desde hace décadas en un huso horario que no le corresponde por posición geográfica: vamos adelantados al sol alrededor de una hora. Eso favorece hábitos más vespertinos, nos acostamos más tarde y acumulamos deuda de sueño. Por tanto, aquí no basta con decidir si mantener o no los cambios de hora: también habría que apostar por el horario más saludable, que sería el que nos corresponde naturalmente —el GMT0— o al menos el GMT+1, pero no mantenernos en GMT+2, que agrava todavía más el desfase entre la luz solar y nuestros horarios sociales. El mensaje de fondo es claro: cuanto más alineados estemos con el sol, mejor para nuestra salud circadiana, metabólica y cardiovascular. 

No declara conflicto de interés
ES

Jorge Mira - cambio hora USA

Jorge Mira Pérez

Catedrático del área de Electromagnetismo en el departamento de Física Aplicada de la facultad de Física de la Universidad de Santiago de Compostela

Science Media Centre España

Para mí, un denominador común en muchos de estos estudios que abogan por la eliminación del cambio estacional de hora en países fuera de la zona tropical es que parecen tener carencias en la comprensión de los fundamentos del cambio estacional de hora.  

Y me explico: en las zonas tropicales el sol sale y se pone a unas horas que varían poco a lo largo del año. Esos países no tienen horario de invierno y horario de verano, no hacen cambio estacional de hora simplemente porque no tienen estaciones.   

Pero fuera de esas zonas ya no es así, tenemos estaciones: por ejemplo, a la latitud de España (que coincide con la de la franja norte de los EE.UU.) el sol sale tres horas más tarde en diciembre que en junio, y se pone tres horas antes en diciembre que en junio. O sea, el día es seis horas (o más) largo en junio que en diciembre. 

Por lo tanto, no se puede ir a piñón fijo con la hora como en los países tropicales. Si por ejemplo en España o gran parte de EE.UU. bloqueas la hora oficial en el horario de invierno, en los meses centrales del año te va a amanecer muy temprano, y la activación de las personas promedio se desfasará y tendrá lugar cuando el sol ya muy alto en el horizonte. Ocurre lo inverso si bloques la hora oficial en el horario de verano.   

Y, por último, dos objeciones más: 

  • Sobre la parte cuantitativa: los autores están teorizando variaciones que, en muchos casos, ¡serían menores de un 1%! (en muchos de estos estudios, los supuestos datos cuantitativos de beneficio que se proclaman son menores que la barra de error de los datos). Con José María Martín Olalla publiqué hace tiempo este trabajo en el que acotábamos cuantitativamente los márgenes en los que se podrían mover algunos de los ítems como los que estudian en ese trabajo, que son más bajitos de lo que se piensa. 
  • Los autores hablan de eliminar el cambio estacional de hora para obtener mínimas variaciones, sin tener en cuenta cuál sería la reacción social y las consecuencias de esa medida (por ejemplo, que muchas personas podrían verse forzadas a cambiar sus horarios para adaptarse al hecho de que viven en una zona con estaciones). Por poner un ejemplo gráfico muy exagerado: es como si alguien te dice que la solución para acabar con las caries es arrancarle los dientes a la población. 

Declara no tener conflictos de interés y que ha sido miembro de la comisión del Gobierno de España para el estudio de la reforma de la hora oficial. 

ES

Rocío Barragán - cambio hora USA

Rocío Barragán

Investigadora del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, Ciencias de la Alimentación, Toxicología y Medicina Legal, de la facultad de Medicina de la Universidad de Valencia

Science Media Centre España

¿El estudio es de buena calidad? 

“Metodológicamente es coherente y razonable. Si nos basamos en la teoría pura de epidemiologia, nos encontramos ante un estudio ecológico en el que se indican estimaciones pero no se puede establecer causalidad. Sin embargo, estos estudios son necesarios para investigaciones posteriores y nos aportan una información esencial con un grupo poblacional muy elevado que no se podría hacer con otros tipos de diseños metodológicos”.  

¿Qué añade a las investigaciones previas? 

“Los autores usan unos modelos de simulación de exposición lumínica mediante un modelo matemático para estimar el posible impacto de las diferentes políticas horarias en EEUU. Pese a que es un tema del cual se está hablando desde hace unos años debido a los posibles problemas en la salud que conlleva este cambio de hora por el desalineamiento circadiano, este estudio aporta información valiosa mediante modelos matemáticos de las posibles consecuencias en relación con la obesidad y enfermedades cardiovasculares. Además, indica cuál sería el mejor horario para la población estadounidense. Estos resultados son una evidencia adicional que tener en cuenta por la clase política”. 

¿Qué implicaciones tiene para el cambio de hora en España?  

“Los datos exactos no se podrían extrapolar a España debido a las diferencias en latitud, el huso horario, patrones de horarios, datos sociodemográficos y de salud, entre otros. No obstante, se podría aplicar un modelo similar para analizar qué ocurriría en nuestro país. Una de las principales diferencias con España respecto al presente estudio es que en nuestro país el mejor horario y el menos popular para la población, en general, es el horario de invierno. Hay que recordar que nuestro huso horario no es el correcto y el horario de invierno sería el que más se asemeja a la zona horaria en la que nos encontramos. Los hallazgos en salud que se han visto en este estudio podrían ser similares a los que podríamos tener en nuestro país si se hiciera un estudio similar debido a la disrupción circadiana producida por los cambios horarios bianuales”. 

¿Qué limitaciones tiene? 

“Son factores difíciles de integrar en un estudio de este tipo, pero algunas de las limitaciones serian: 

  • Uso de un escenario de exposición a la luz idealizado con un patrón fijo en el que no se incorporan los cambios en las estaciones. 
  • No se incluyen las posibles variaciones en horarios de los sujetos, como trabajo a turnos, diferencias entre semana y fines de semana, así como otros patrones de comportamiento (difícil integrar estas individualidades), y como esto puede afectar al uso lumínico (natural o artificial). 
  • Para determinar los datos de salud, solo utilizan los datos de cronotipo intermedio, cuando los vespertinos son los que más problemas asociados tiene. 
  • No se tienen en cuenta factores como la edad, entornos rurales o urbanos, patrones de enfermedad, etc. 
  • Diseño metodológico (indicado anteriormente)”. 
No declara conflicto de interés
ES
Publicaciones
Circadian-informed modeling predicts regional variation in obesity and stroke outcomes under different permanent US time policies
    • Artículo de investigación
    • Revisado por pares
    • Modelización
Revista
PNAS
Fecha de publicación
Autores

Lara Weed, Jamie M. Zeitzer.

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Modelización
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