Encuentran altas concentraciones de nanoplásticos en el océano Atlántico
La mayor parte de la investigación sobre la presencia de plásticos en los mares se ha centrado en macro y microplásticos. Ahora, un equipo internacional ha analizado la presencia de nanoplásticos —de tamaño inferior— en distintas localizaciones y profundidades del océano Atlántico Norte, incluidas zonas cercanas a las costas europeas. Los resultados sugieren que estos podrían suponer la fracción mayoritaria de toda la masa de plástico en los océanos y que la masa total de plástico marino sería mayor de la que se pensaba. El trabajo se publica en la revista Nature.
Morales - Nanoplásticos
Carmen Morales
Profesora contratada en la Universidad de Cádiz, investigadora en el Instituto de Investigación Marina (INMAR) y de la Scientists Coalition for an Effective Plastics Treaty
El artículo aborda una de las dimensiones más desconocidas y metodológicamente complejas de la contaminación marina por plásticos: los nanoplásticos. Su detección, análisis y cuantificación siguen enfrentando enormes retos a lo largo de todo el proceso, desde la preparación del material y la toma de muestras, hasta el tratamiento y la cuantificación. Este trabajo representa un avance relevante al aportar datos empíricos sobre nanoplásticos en masa a diferentes profundidades y regiones oceánicas (zonas costeras y áreas dentro y fuera de un giro subtropical), con lo que los autores estiman la carga de nanoplásticos a mayor escala.
Si bien el estudio presenta limitaciones propias del muestreo y del volumen analizado, contribuye significativamente a reducir lagunas de conocimiento. Los resultados refuerzan la idea de que las zonas costeras actúan como importantes áreas de acumulación y sugieren que, al incorporar la fracción de menor tamaño, la masa total de plásticos en el océano sería mucho mayor de lo estimado anteriormente.
Este trabajo también ofrece una lección crítica: los plásticos no desaparecen, sino que se fragmentan en partículas invisibles pero persistentes. Por tanto, limpiar no basta. La única forma de revertir esta tendencia pasa por una gestión preventiva, que reduzca la producción y el uso innecesario de plásticos, incorpore criterios de esencialidad, y establezca normativas más ambiciosas sobre trazabilidad, composición y destino final del material.
Todo esto está precisamente en juego en las negociaciones del Tratado Global contra la Contaminación por Plásticos que se reanudan el próximo mes en Ginebra. Este tipo de evidencia científica debe guiar decisiones ambiciosas y estructurales.
Edo - Nanoplásticos
Carlos Edo
Investigador en el Museo de Historia Natural de Dinamarca de la Universidad de Copenhague
El artículo proporciona una de las primeras estimaciones, aún preliminares, de la abundancia de nanoplásticos (<1 µm) en la cuenca atlántica. Aunque la comunidad científica lleva casi una década afinando protocolos para macro y microplásticos, la detección fiable de nanoplásticos sigue siendo compleja: pocas técnicas evitan falsos positivos en matrices ambientales.
En este trabajo se muestrearon aguas del océano Atlántico en doce estaciones a tres profundidades y se analizó el agua mediante desorción térmica acoplada a espectrometría de masas por transferencia de protón (TD-PTR-MS). Para que resulte entendible, la muestra se calienta, los polímeros se volatilizan, se cargan mediante la transferencia de protones y el espectrómetro mide la relación masa/carga; así se identifican y cuantifican los polímeros presentes.
El trabajo está muy bien estructurado, tiene un diseño muestral amplio, se han realizado controles de contaminación y muestra desde el principio una total transparencia sobre sus limitaciones. Estas son:
- Controles de laboratorio corregidos, pero no nulos. Se encuentran trazas de plástico (0,90 ± 1,45 mg/m3), aunque cuentan que lo consideran controlado ya que los valores son mucho menores que los de las muestras.
- Concentraciones conservadoras, debido a que se realiza un filtrado a 1 µm para eliminar suciedad y materia orgánica real, así como una recuperación parcial (no se consigue recuperar todo el plástico en los test realizados), lo que nos lleva a pensar que las estimaciones reales son probablemente más altas.
- Se ha realizado una sola campaña (en noviembre de 2020): toda la variabilidad temporal está por explicar.
Con todo ello, los autores reportan medias de aproximadamente 18 mg/m3 en los 10 metros superficiales y unos 5,5 mg/m3 cerca del fondo. Estos valores, por entendernos, son uno o dos órdenes de magnitud mayores que la mayoría de los datos de microplásticos en alta mar, pero a la vez 10 veces menores que los grandes valores encontrados en las playas (a veces superiores a 100 mg/m3).
Para saber si estos datos son grandes o pequeños hay que hacer una reflexión histórica. Hay que tener en cuenta que, desde mediados de los años 50 del siglo pasado, la producción mundial de plástico se ha multiplicado exponencialmente, y cada década se han vertido al océano millones de toneladas que han estado sometidas a radiación ultravioleta, oleaje y biofouling. Esto se traduce en materiales fragmentándose hasta el rango nano durante décadas, aumentando la concentración disponible. De esa “sopa” que se ha ido construyendo durante 70 años, solo hay monitorización sistemática reciente y únicamente de las fracciones macro y micro, no del nanoplástico. Los valores de nanoplásticos son totalmente desconocidos; es ahora cuando la comunidad científica intenta entender cómo es su generación, y por eso, pese a las lagunas descritas, el estudio presentado sienta un precedente cuantitativo y servirá de referencia para futuras campañas multitemporales y métodos complementarios, los cuales corregirán o mejorarán los resultados.
Herrera - Nanoplásticos
Alicia Herrera Ulibarri
Investigadora de excelencia "Viera y Clavijo" en el grupo de investigación EOMAR IU-ECOAQUA de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
El artículo me parece muy interesante, es de buena calidad y novedoso.
El artículo presenta, por primera vez, datos sobre las concentraciones de nanoplásticos —partículas plásticas de menos de una micra— en el Atlántico Norte. Hasta ahora, el conocimiento sobre la presencia de estos contaminantes en el océano ha sido muy limitado, principalmente debido a las dificultades metodológicas para detectarlos. Los resultados del estudio sugieren que la cantidad de nanoplásticos podría superar la de micro y macroplásticos en los ecosistemas marinos.
Estos hallazgos nos obligan a replantearnos preguntas clave: ¿cómo afectan los nanoplásticos a los organismos marinos? Aunque aún queda mucho por investigar, estudios preliminares ya advierten que los nanoplásticos representan un riesgo mayor que otras formas de plástico, debido a su capacidad para atravesar barreras biológicas y provocar daños a nivel celular.
Otra pregunta urgente es: ¿cuánta más evidencia necesitamos para impulsar un tratado global vinculante que aborde la contaminación por plásticos? Han pasado más de dos décadas desde que el término “microplásticos” se utilizó por primera vez en la literatura científica. Desde entonces, se han acumulado miles de estudios que documentan no solo su abundancia alarmante en los océanos, sino también sus impactos negativos sobre la salud de los organismos marinos y de los seres humanos.
La ciencia es clara: se requieren medidas urgentes y ambiciosas para frenar la producción y el vertido de plásticos al medio ambiente.
Las limitaciones que presenta el estudio de los nanoplásticos son siempre metodológicas, ya que es muy difícil evitar la contaminación. Por ejemplo, no se detectaron partículas de polietileno y polipropileno, dos de los polímeros más frecuentes en estudios de macro y microplásticos. Ello puede deberse, tal como plantean los autores, a dificultades metodológicas en las que los polímeros modificados no se detecten o estén enmascarados por partículas orgánicas.
Ethel Eljarrat - nanoplásticos Atlántico
Ethel Eljarrat
Directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC)
El artículo publicado en la revista Nature muestra la presencia y las concentraciones de nanoplásticos en el Atlántico Norte, destacando que la cantidad total hallada de nanoplásticos se sitúa en el mismo rango o supera las anteriores estimaciones de macroplásticos y microplásticos para todo el Atlántico. Por consiguiente, sugieren que los nanoplásticos constituyen la fracción dominante de la contaminación por plásticos marinos, siendo la mayor fracción de masa plástica del océano.
Si bien se han realizado un gran número de estudios científicos sobre la problemática ambiental de los microplásticos, son menos los trabajos que se centran en los nanoplásticos y estos son de mayor interés ya que, cuanto menor es el tamaño de la partícula de plástico, mayor es su toxicidad. Los nanoplásticos tienen una mayor capacidad para atravesar las barreras biológicas y para acumularse en los organismos vivos, incluidos los seres humanos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el hecho de que haya menos estudios sobre nanoplásticos se debe, en parte, a la dificultad en establecer metodologías para su análisis. Los propios autores mencionan posibles sobreestimaciones por falsos positivos debido a la presencia de materia orgánica procedente de las algas. Asimismo, alertan de lo extraño de no haber detectado ni polietileno ni polipropileno, cuando estos dos polímeros son los mayoritarios hallados en el plástico flotante de mares y océanos.
A día de hoy, no existe un consenso sobre el modo de determinar y cuantificar los microplásticos y mucho menos aún, los nanoplásticos. Los autores realizan estimaciones sobre niveles de nanoplásticos y los comparan con otros estudios previos sobre microplásticos, sin mencionar el problema que supone la comparación de datos obtenidos mediante métodos de análisis diferentes.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
Sophie ten Hietbrink et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares