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Analizan el declive de los bosques europeos en su papel frente al cambio climático

Los bosques cubren aproximadamente un 40 % de la superficie europea. Entre 1990 y 2022 absorbieron cerca del 10 % de las emisiones del continente procedentes de la actividad humana, pero este proceso se está debilitando. Un equipo internacional, con presencia del CREAF y el CSIC, analiza en un artículo este declive y sus causas, así como propone por dónde deberían pasar las soluciones. El trabajo se publica en la revista Nature.  

30/07/2025 - 17:00 CEST
Reacciones

Sanz - bosques declive

María José Sanz

Directora del BC3 (Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático)

Science Media Centre España

Era importante hacer una reflexión sobre el papel de los bosques en la mitigación del cambio climático. Durante mucho tiempo se les ha considerado la panacea que podía secuestrar carbono para compensar unas emisiones crecientes. La importancia de esta reflexión recae en que por primera vez pone evidencias claras de una tendencia decreciente de los sumideros de carbono que representan los bosques europeos, en contraposición con las expectativas de compensación que contemplan las políticas europeas. Hay que ser por tanto cautelosos en las estimaciones de su potencial como sumidero de carbono y hacer más énfasis en medidas de adaptación y resiliencia en el ámbito de la gestión y protección de los bosques europeos.    

Ello tiene implicaciones importantes en la necesidad de internalizar los factores de riesgo a los que están sometidos de forma creciente como resultado de la actividad humana, tanto directos como indirectos. Lo que implica la integración de información y datos de muy diferentes fuentes y adquiridos con nuevas y viejas tecnologías, todas ellas necesarias. Sus limitaciones recaen precisamente en la falta de la interoperabilidad necesaria para integrar todos los datos y conocimientos disponibles para producir estimaciones más robustas, más coherentes y con menor incertidumbre. El artículo también destaca esta necesidad. Esperemos que este mensaje cale en el tejido investigador europeo.

No declara conflicto de interés
ES

Agustín - bosques declive

Agustín Rubio Sánchez

Catedrático de Ecología y Edafología en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM)

Science Media Centre España

El trabajo es una revisión del "estado del arte" reciente de la evaluación de la capacidad de almacenar carbono que tienen los bosques europeos. Es de muy buena calidad y cuenta con información de gran calidad. Muy probablemente se convertirá en una referencia bibliográfica de la que echaremos mano los científicos en los próximos estudios.  

El trabajo pone en evidencia que la confianza que las políticas ponen en que una parte importante de las emisiones de gases de efecto invernadero no hace falta que sean recortadas gracias al servicio gratuito que ofrecen los bosques quizás no deje de ser un deseo con el que no se pueda contar. Pone en evidencia que en las últimas décadas los bosques europeos, por diferentes motivos, no están absorbiendo tanto carbono como se pensaba. Esta cuestión ya había sido cuestionada por diferentes investigadores desde que se puso sobre la mesa la cuestión, mientras que desde sectores más tradicionales de la gestión forestal encontraban en esa posibilidad una oportunidad para llamar la atención a la labor que se venía realizando en el mantenimiento de estas masas forestales. No se trata de decidir antes de tener los datos si un enfoque u otro está en lo cierto. Precisamente el trabajo lo que viene a decir es que a lo largo del tiempo estas cuestiones pueden evolucionar en un sentido u otro.  

Que los bosques permitan almacenar carbono en su biomasa o en sus suelos forestales no puede ser nunca la solución, por sí solos. Pueden servir para "comprar tiempo" mientras se encuentran soluciones tecnológicas. El problema ha venido (y viene) por un desarrollo tecnológico con el que se ha realizado la más reciente sociedad (del bienestar, al menos para algunos). Parece pues razonable que la solución también tenga que venir de una nueva tecnología de captura de carbono que nos reduzca la intensidad de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Como esto no va a ocurrir en el plazo de 24 horas, ni de 30 años, ni de 50 años, también parece razonable que mientras se reducen las emisiones reales que emiten las tecnologías actuales de una manera urgente, la gestión de los sumideros naturales (bosques, suelos...) ayude a que la sociedad actual no colapse. Quiero hacer notar que este último párrafo es una reflexión que no se recoge en el artículo, pero me parece una consecuencia lógica de las conclusiones del trabajo.  

Depositar las expectativas de alcanzar la tan deseada neutralidad climática en el trabajo realizado por los bosques europeos no deja de ser una falacia. Los bosques pueden ayudar, pero no debería atribuírseles unas cantidades con las que hacer los balances de carbono; sirven para ganar tiempo al tiempo. No para otra cosa. 

[En cuanto a posibles limitaciones] Desde mi perspectiva hay una limitación muy importante que en el trabajo se menciona, pero creo que con poca relevancia. La propiedad de los bosques, al menos en España, mayoritariamente recae en manos privadas. Las tan bien identificadas carencias en la gestión forestal no van a ser resueltas por los propietarios si no cuentan con beneficios económicos. 

Otra cuestión importante es que la mayoría de las propuestas surgen del contexto forestal centroeuropeo, en el que cuestiones como la importancia de los elementos para la observación de los recursos forestales o los modelos de los sumideros de carbono forestal se ponen en un primer nivel de importancia. No voy a dejar de reconocer dicha importancia, pero en el mundo mediterráneo —condiciones hacia las que se dirige mucho del territorio centroeuropeo que todavía goza de condiciones bastante favorables— todavía falta mucha información de base relativa al crecimiento de las diferentes especies, al papel de la biodiversidad en dichos sistemas forestales y, especialmente, a la repercusión en el carbono edáfico que producen los cambios derivados de la gestión forestal.

No declara conflicto de interés
ES

Resco- Bosques declive

Víctor Resco de Dios

Profesor de Ingeniería forestal y Cambio global de la Universidad de Lleida

Science Media Centre España

Gran parte de las emisiones nos salen “gratis” gracias a los bosques, que transforman el CO2 en materia orgánica y, por tanto, eliminan el CO2 atmosférico que está detrás del cambio climático. A escala global, los bosques absorben en torno al 30 % de todas las emisiones, lo que se conoce como el sumidero de carbono terrestre. A escala europea su contribución es mucho más modesta, dado que apenas llega al 8 % de los casi 4.800 millones de toneladas que emitimos anualmente. Esta publicación no aporta datos nuevos, sino que recopila parte de la literatura publicada sobre este tema e indica cómo el sumidero actual de carbono europeo ha disminuido hasta el 6 % de las emisiones durante 2020-2022. Esta disminución del sumidero terrestre es conocida y se debe, en parte, a fenómenos como las olas de calor o la sequía.  

Lo que más llama la atención de este artículo no es la información que aporta, sino la que omite. El artículo atribuye parte de la caída del sumidero de carbono a un supuesto aumento de las cortas de árboles. Se basa en un estudio publicado por este mismo grupo en 2020 que contenía errores metodológicos importantes. De hecho, estudios posteriores mostraron cómo esas supuestas cortas correspondían en realidad con zonas afectadas, por ejemplo, por procesionaria, pero los autores no citan estos estudios posteriores. Tampoco se incluyen estudios recientes que cuantifican cómo uno de los principales almacenes de carbono se encuentra, precisamente, en la madera cortada y en los sumideros "no vivos". Esto es, la madera cortada no desaparece, sino que se transforma en otro producto que contribuye a mitigar el cambio climático. 

También olvidan los autores cómo el principal factor detrás de la disminución de recursos hídricos en los montes se encuentra en el propio crecimiento de los bosques. La ausencia de actividad forestal, por tanto, es uno de los factores que aumenta la escasez de agua y, en consecuencia, agrava la sequía inducida por el cambio climático y reduce la capacidad de almacenar carbono.  

En la información que aporta el artículo sobre incendios forestales se incluyen recomendaciones como, por ejemplo, reforestar con una diversidad de especies, una práctica vinculada con el aumento en la virulencia de los incendios forestales.  

Más allá de estas y otras omisiones, el artículo nos deja claro cómo la capacidad de mitigación del cambio climático por parte de nuestros bosques es importante, pero insuficiente, y que la actividad forestal es nuestra principal herramienta para asegurar tanto su capacidad de sumidero de carbono como la propia supervivencia de los bosques en un escenario de calentamiento global.

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Eduardo Rojas - bosques europeos

Eduardo Rojas Briales

Profesor de la Universitat Politècnica de València y exsubdirector general de la FAO

Science Media Centre España

Sin lugar a duda, el artículo aborda una cuestión relevante y candente en relación con la previsible contribución de los bosques europeos al secuestro de carbono que permita alcanzar la meta de la neutralidad climática en 2025. No obstante, analizar una cuestión tan compleja en un artículo de menos de 500 líneas es arriesgado al no considerarse múltiples variables que pueden incidir en esta cuestión.

Continua la línea argumental del artículo Abrupt increase in harvested Forest area over Europe en Nature también y en el que participaban 4 de los autores del artículo actual incluido su autor principal (Ceccherini, G). Este artículo resulto ser muy polémico y replicado por el European Forest Institute, que representa a los centros de investigación y formación forestal del continente europeo, a través de un artículo de réplica publicado también en Nature en 2021 y suscrito por 33 autores.

Resumiendo la cuestión, el artículo original de 2020 pretendía demostrar que se habían incrementado las cortas en Europa desde 2015 de tal manera que los stocks/existencias de biomasa en los bosques habían decrecido significativamente incluida la superficie forestal.

Frente a esta interpretación, la réplica identificó una serie limitaciones técnicas a dicha interpretación además de la correspondiente a los inventarios forestales que regularmente realizan los gobiernos de los países bajo la armonización de la FAO y que se publicaron a los pocos meses con ocasión de la Conferencia Ministerial sobre Bosques celebrada en Bratislava en el mismo año. También cabe indicar que para identificar las tendencias de fondo como también respecto a los incendios forestales, se deben evitar series cortas inferiores al decenio habiéndose aquí utilizado solo de cinco años.

En esta ocasión y ante la fuerte réplica recibida, recurren a formulaciones imprecisas que pueden llevar a malentender el proceso en el que estamos sumidos actualmente. Los bosques europeos sufren una larga deforestación con breves períodos de recuperación coincidiendo con momentos de reducción de la demografía (caída del Imperio Romano, segunda mitad del Siglo XVII). Es gracias a la revolución industrial y agrícola y que coincide con el arranque de la ciencia forestal cuando los bosques a lo largo del Siglo XIX comienzan a aumentar, primero por repoblación activa en muchos países y después por la expansión espontánea por especies pioneras en las zonas abandonadas, especialmente en montaña. Es un proceso bien estudiado que se denomina en la literatura “Forest transition”, especialmente en Asia definido por Mather. (Mather, Alexander S. (1992). "The forest ransition". Area. 24 (4): 367–379).

Por la lógica de la dinámica del crecimiento de los bosques, primero aumenta su extensión llegando a culminar y posteriormente y después de un largo lapsus temporal culmina la capitalización. En España, el Inventario Forestal Español cuya primera medición se realizó en 1970 (media entre las provincias) y a punto de disponerse la totalidad de los datos de la cuarta se observa un aumento de la superficie arbolada de 11,8 millones de ha a aproximadamente 18,4 millones de ha en la actualidad mientras que las existencias han pasado de algo menos de 500 millones de m3 a más de 1.200 millones de m3. Cabe recordar que Suecia con un clima medio mejor para el crecimiento forestal ha duplicado sus existencias en 100 años mientras que aquí se han multiplicado por 2,5 en solo 50 años.

En la formulación escogida en el artículo se puede entender que los bosques están perdiendo biomasa aérea -la subterránea es muy compleja de medir- pero lo que realmente ocurre es que una vez van culminando su expansión territorial espontánea, que siempre empieza por las estaciones mejores, el crecimiento en volumen va también culminando en la medida que alcanza su tope biológico. Esta interpretación se constata cuando bajamos a escala autonómica y comparamos entre las CCAA que comenzaron antes su “forest transition” y que además se caracterizan por un mejor clima (Navarra y Euskadi) son las que primero han culminado su expansión territorial y están empezando a hacerlo respecto a las existencias.

Otro aspecto destacable es que entiende este artículo los bosques como meros sumideros de carbono sin prestar atención a ninguna otra de sus otras vitales funciones sean otras de tipo ambiental -protección de suelo, regulación hídrica, enfriamiento del suelo en verano, mejora del suelo, sociales (medios de subsistencia para las poblaciones que viven en las zonas más remotas del planeta, empleo verde) y económicas (primera fuente de biomateriales a escala global). Este limitado enfoque contraviene el enfoque integral de los ODS.

Aun focalizando solo en el secuestro de carbono, minusvalora como marginal la aportación de la madera en la construcción como sumidero temporal de larga duración sin sustentar tal aseveración en fuentes contrastables y en contra de numerosos estudios que han llevado precisamente a que la Comisión Europea en el margen del Green New Deal identifique como una de sus prioridades el impulso al uso de la madera en la construcción (New European Bauhaus). Si el secuestro temporal recibe una atención marginal, ignora por completo los beneficios ambientales de la substitución por uso de madera, especialmente en el ámbito de la substitución de materiales no renovables y de alta demanda energética.

Utiliza en varias ocasiones términos despectivos hacia la gestión forestal practicada en Europa durante los últimos decenios (el término salvage logging) pese a que todas las estadísticas refutan ese prejuicio (FAO, Ministerial Conference on the Protection of Forests in Europe/Forest Europe, Europstar, European Forest Institute (EFI), IUFRO) y a nivel internacional sigue siendo la gestión forestal aplicada en Europa un referente global. Otro ejemplo es catalogar la gestión forestal en Europa como meramente productivista, cosa que no es el caso, al menos en las últimas décadas, y, en todo caso, el único ingreso que aportan los bosques a sus propietarios formado en un 60 % 16 millones de propietarios mayoritariamente pequeños y familiares y más de 10.000 bosques comunales correspondiendo el resto a las Administraciones públicas regionales y nacionales.

Otro ejemplo del lenguaje prejuicioso es referirse a la gestión forestal utilizada en la EU como “so called sustainable forest management” cuando este concepto está anclado en la legislación forestal de los países europeos, en los procesos internacionales como Forest Europe, FAO y los defienden organizaciones académicas de alto prestigio como la IUFRO o el EFI.

Ignora un aspecto que al menos en la región mediterránea europea está ampliamente aceptado, que es el hecho de que el abandono de la gestión forestal junto al de la ganadería y agricultura extensiva junto al éxodo rural no general una recuperación de los bosques en equilibrio, sino que exacerba la intensidad de los grandes incendios forestales por alta carga de combustible y su continuidad horizontal y vertical.

Ignora la relación que la investigación social ha identificado en los trópicos entre el empoderamiento de la población local en responsabilizándola de la gestión de los bosques y su conservación en los países tropicales donde la deforestación es muy habitual. Ignorar la importancia del empoderamiento local en los países desarrollados en un contexto de hundimiento acelerado del mundo rural no es un enfoque coherente con la ciencia social relacionada con la sostenibilidad de los recursos naturales.

En el caso del agua, está demostrado que las densidades excesivas de arbolado fruto de la ausencia de gestión reducen considerablemente los caudales disponibles en los ríos reduciendo tanto el agua para uso humano como para los propios ríos y su biodiversidad.

En términos de biodiversidad, los ecosistemas más biodiversos terrestres no húmedos de Europa son las dehesas y montados del SW de Europa que no se caracterizan precisamente por altos stocks de carbono, pero sí adicionalmente por su alta resiliencia a los incendios.

En el prefacio al igual que se dan cifras razonablemente exactas del secuestro anual de carbono por los bosques se debería indicar la superficie de bosques con detalle, al menos en términos de porcentaje (43 % en vez de aproximadamente el 40 %).

Se habla con ligereza de bosques monoespecíficos, probablemente pretendiendo catalogar los bosques europeos como cultivos forestales intensivos como se conocen en algunos países tropicales cuando en extensos lugares de la UE los bosques son naturalmente muy pobres en especies por sus difíciles condiciones edáficas y climáticas (parameras de interior: sabinas, arenales: pinares) o en otras condiciones más favorables como las templadas, el haya está imponiéndose a marchas forzadas creando grandes extensiones monoespecíficas que nadie critica por ese motivo.

También se critica que solo el 27 % de los bosques sean irregulares -es decir, que combinen a escala pequeña (rodal) árboles de diferentes edades. Esto que es razonable en montañas con altas pendientes en clima mediterráneo genera mucha continuidad vertical y ausencia de discontinuidades horizontales y, por ello, mayor riesgo de megaincendios.

Toda la argumentación se centra en que si se mantuviese la tendencia actual faltaría un 2 % para alcanzar el equilibrio climático en 2050. En primer lugar, son múltiples los factores que en todo caso incidirían en ello y con mucha mayor intensidad (avance de las energías renovables, comportamiento climáticamente responsable de la sociedad, avance en el transporte de mercancías fuera de las carreteras, aislamiento y materiales en la construcción, avances en baterías). No obstante no es correcto endosar a un sector muy extenso pero económicamente relativamente débil a sostener todo el coste de la transición climática sin compensación alguna y sin abordar consideraciones de tipo social y territorial dado que en caso contrario se arrollarían derechos fundamentales y se exacerbaría la polarización territorial entre las áreas metropolitanas y las zonas periféricas de la UE que es donde se encuentran la mayoría de los bosques europeos. Una política que ignore sus efectos sociales y territoriales resulta éticamente inaceptable.

Dada la complejidad y alcance de esta cuestión, los autores del artículo actual utilizan fuentes secundarias sin realizar investigación directa.

No declara conflicto de interés
ES
Publicaciones
Securing the forest carbon sink for the European Union’s climate ambition
    • Revisión
    • Revisado por pares
Revista
Nature
Fecha de publicación
Autores

Migliavacca et al.

Tipo de estudio:
  • Revisión
  • Revisado por pares
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