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Un estudio de atribución relaciona el cambio climático con la intensidad de los incendios extremos de España y Portugal en 2025

El cambio climático ha hecho que las condiciones meteorológicas cálidas, secas y ventosas que propagaron los incendios en la península ibérica sean ahora 40 veces más frecuentes y un 30 % más intensas que con el clima preindustrial, según un estudio ultrarrápido de World Weather Attribution. La ola de calor de diez días también fue 200 veces más probable y 3 °C más calurosa debido al cambio climático. El trabajo —que analizó observaciones meteorológicas, no modelos climáticos— alerta de que los incendios en Europa están desbordando los recursos de extinción y de la importancia de controlar la vegetación en las zonas afectadas. 

04/09/2025 - 06:00 CEST
Reacciones

Ernesto - atribución incendios 2025

Ernesto Rodríguez Camino

Meteorólogo Superior del Estado y presidente de la Asociación Meteorológica Española

Science Media Centre España

Los incendios que han asolado principalmente el noroeste de la península ibérica el pasado mes de agosto han sido excepcionales, como así lo indican los autores de la iniciativa World Weather Attribution que realiza estudios en tiempo casi real para determinar el peso que tiene el actual cambio climático de origen antrópico en el aumento de su frecuencia e intensidad. Si bien el estudio se ha basado exclusivamente en datos observacionales y no ha hecho uso de modelos climáticos, podemos decir que sus conclusiones están en línea con estudios similares en la cuenca mediterránea. Comparado con el clima preindustrial y según los autores, el actual clima con un calentamiento global de 1,3 ºChace que las condiciones meteorológicas para el desarrollo de estos incendios en el noroeste de la península ibérica sean unas 40 veces más frecuentes y un 30% más intensas. 

El trabajo determina el indudable papel del cambio climático en el desarrollo de estos incendios, al igual que de otros fenómenos meteorológicos y climáticos extremos como precipitaciones intensas, sequías y olas de calor, sin olvidar el relevante papel de otros factores relacionados con el uso del suelo, la despoblación, la disponibilidad de recursos para la prevención y extinción, etc. El origen último de la mayor frecuencia e intensidad de este tipo de incendios, por lo tanto, hay que atribuirlo a las emisiones crecientes de gases de efecto invernadero causadas principalmente por el uso generalizado de combustibles fósiles que son el principal causante del actual cambio climático. Sin embargo, las sociedades, además de contribuir a reducir las emisiones, deben reducir su vulnerabilidad preparándose para afrontar este tipo de eventos que serán cada vez más frecuentes e intensos. Tanto estos incendios como cualquier evento meteorológico o climático extremo pueden convertirse bien en un evento de consecuencias manejables o bien en un desastre humano dependiendo de la prevención, preparación y en definitiva de la reducción de la vulnerabilidad estructural de las sociedades.

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ES

Gustavo - WWA incendios 2025

Gustavo Saiz

Científico titular en el departamento de Medio Ambiente y Agronomía del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC)

Science Media Centre España

Esta publicación evidencia y resume de forma eficaz la conexión entre las nuevas realidades climáticas y ambientales generadas por el ser humano. En este caso, se vinculan las condiciones meteorológicas extremas del noroeste de la pensínsula ibérica con los megaincendios ocurridos en esa misma región durante el mes de agosto de 2025. El análisis de datos es claro y concuerda con la mejor evidencia científica: Hemos cambiado el clima, lo que combinado con acumulación de combustible vegetal en nuestros montes (fruto del abandono rural) hace que la ocurrencia de incendios cada vez más devastadores sea ya una realidad. 

Este informe evidencia que las administraciones requieren implementar de forma urgente inversiones significativas en políticas de prevención y adaptación, para al menos, minimizar los efectos de los grandes incendios que están por venir debido a las condiciones climáticas y ambientales que entre todos hemos generado. 

Para finalizar, simplemente menciono que hay una afirmación en el informe que me parece errónea. En la página 2 del WWA scientific report se menciona: “In the last two decades, 2006-2024, the annual average fell to around 80,000 ha (EFFIS data), mainly thanks to improved prevention measures and harsher sentences for those responsible for starting fires”. 

No estoy de acuerdo con tal afirmación, ya que pone de relieve la prevención y las medidas coercitivas, cuando en realidad la mayoría de los incendios causados por el ser humano en España (y Portugal) se deben a negligencias (ver párrafo abajo), y las operaciones de extinción son las que están viendo un aumento en la financiación, mientras que las medidas de prevención de incendios forestales se han mantenido sin cambios durante años en el caso de España. Portugal que aumentó significativamente los recursos en prevención en los últimos años a raíz de los incendios de 2017. 

De hecho, en el propio informe (en la página anterior a la última), los propios autores mencionan: “The causes of wildfires are often unknown, but of the identified cases, human ignition accounts for around 90% of fires (Liz-Lopez et al., 2024). On average, between 2019 and 2023, 68% were accidental fires (e.g. certain agricultural activities, discarded cigarettes, barbecues or broken glass) and 24% were arson (e.g. deliberate fires) (2024 report of the Attorney General's OTice). In Portugal, wildfire causes were mostly associated with social factors and a lack of knowledge and awareness of the risks involved in the use of fire. A review of fires in 2023 by public authorities in Portugal found that 62.1 % were due to accident or negligence, while less than 2% of forest fires with known causes were due to natural causes (Ferreira et al, 2024).

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ES

Vanesa - WWA incendios 2025

Vanesa Castán Broto

Catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield 

Este informe se suma a las pruebas que demuestran que el cambio climático ha aumentado la probabilidad de que se produzcan incendios en la península ibérica. Sin embargo, el aumento del riesgo no solo depende de la probabilidad del peligro y la exposición a olas de calor y condiciones de sequía, sino también de la vulnerabilidad de los ecosistemas y las poblaciones humanas. 

Una evaluación exhaustiva de estas vulnerabilidades requiere un profundo conocimiento de la historia socioecológica de las zonas afectadas, algo que excede el alcance de este informe, pero que es necesario para los futuros esfuerzos de gestión. Se necesitan iniciativas colaborativas y específicas para cada lugar a fin de evitar que se repita esta catástrofe. Los estudiosos de la gobernanza del cambio climático hacen hincapié en la importancia de fomentar la capacidad de adaptación de las comunidades, es decir, mejorar su capacidad para ajustarse al creciente riesgo de incendios debido al cambio climático. Una estrategia prometedora, que ya está tomando forma en muchos lugares de la península, consiste en incorporar los conocimientos locales junto con las evaluaciones de los expertos para llevar a cabo iniciativas de gestión del territorio colaborativas y basadas en el lugar. 

Los ingenieros forestales y otros profesionales del desarrollo rural desempeñan un papel crucial a la hora de cambiar la percepción generalizada de abandono institucional en las comunidades rurales, ayudando a crear conjuntamente diversas oportunidades de sustento y mejores condiciones para la vida rural.

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ES

Eduardo Rojas - WWA incendios 2025

Eduardo Rojas Briales

Profesor de la Universitat Politècnica de València y exsubdirector general de la FAO

El estudio se ha realizado en un plazo muy breve y con una información y metodologías limitadas como se reconoce en el mismo. Por ejemplo, si se pretende comparar con otros países el efecto de los incendios es necesario disponer de una información consolidada sobre la superficie de bosques —en términos de la Ley de Montes española superficie forestal arbolada—. Por ahora solo se dispone de la información de imágenes de satélite a la que hay que detraer: 

  • las zonas no efectivamente quemadas 

  • usos del suelo no rústico (cursos de agua, embalses, infraestructuras, zonas urbanas, logísticas e industriales,) 

  • los terrenos agrícolas y  

  • los forestales desarbolados. 

Para ponerlo en contexto se adjunta la siguiente tabla: 

Año 

2021 

2022 

2023 

2024 

2025  

(hasta 24.8) 

Superficie forestal arbolada 

18.739 

106.486 

41.373 

10.576 

21.509 

Otras superficies forestales 

57.628 

146.766 

43.969 

33.344 

77.860 

Total superficie forestal 

76.367 

253.252 

85.342 

43.920 

99.369 

% de superficie arbolada del total forestal 

24,5 % 

42,0 % 

48,5 % 

24,1 % 

21,6 % 

En hectáreas (ha) 

Cabe recordar que en 1970 España tenía 25 millones de ha de terreno forestal (50%) del cual el 53 % era desarbolado y el 47 % (11,8 millones de ha) arbolado (IFN-1). 50 años más tarde (datos de campo medios de 2020) tenemos un 66 % del terreno forestal arbolado (18,4 millones ha) y un 33% desarbolado (IFN-4). Si se contrasta con las cifras de incendios durante los últimos cinco años, se observa como estos se están concentrando en las zonas forestales desarboladas, y especialmente en el noroeste interior. Estas zonas son además las que relativamente a su superficie muestran un considerable mayor número de incendios forestales. Según el último informe decenal publicado por el MITECO (2006-2015) donde divide España en cuatro regiones a efectos de incendios (Noroeste: Galicia, Euskadi, Cantabria, Asturias, León y Zamora; la España interior, la España mediterránea y Canarias) suponiendo el noroeste solo el 16,1 % del conjunto de España (sin Canarias) sufre 9,0 incendios por cada 1.000 km2 mientras que el resto de España solo 1,4, lo que supone una ratio 6,4 veces mayor. Debe considerarse que Euskadi muestra cifras bajas de incendios y en verano, que es la época más crítica de incendios en el conjunto de España, la Cornisa Cantábrica y el Norte de Galicia apenas tienen incendios.  

Ese alto número muestra además un uso muy arraigado culturalmente al uso del fuego respecto al resto de España y vinculado con la ganadería. 

Respecto a las aseveraciones relacionadas con el aumento de hasta 40 veces del riesgo de incendios o que incendios así solo tenían un periodo de retorno de 500 años hasta la aparición del cambio climático, mientras que ahora son mucho más frecuentes, es aconsejable ser más prudente dado que se enmascaran muchos factores. Obviamente el cambio climático comporta modificaciones que refuerzan el riesgo de grandes incendios, pero se sabe también de inmensos incendios en el pasado (los griegos denominaron al Pirineo por los incendios, pyros).  

Cuando se habla de vientos debe considerarse que el propio incendio a partir de una determinada dimensión genera sus propias corrientes de viento diferentes a las circundantes. Yendo más cerca en el tiempo, pero con significativamente menores concentraciones de CO₂ en la atmósfera, tenemos constancia del incendio de Ayora (Valencia) de unas 30.000 ha en 1979 o los dos incendios de la Catalunya central en 1994, que sumaron más de 40.000 ha en momentos en los que la continuidad y carga de biomasa forestal eran significativamente menores que hoy. 

El hecho que los bosques españoles se hayan cerrado de una forma acelerada, aumentando en un 62 % en extensión y un 338 % en carga de biomasa supone una multiplicación de la continuidad y carga de combustible listo para arder. Precisamente aquello que lleva a los incendios a un nivel de alto riesgo (los de 6ª generación) capaces de modificar la atmósfera sobre ellos y generar pirocumulonimbus cuando llegan a ese punto dejando de ser lo que ocurra en la atmósfera circundante determinante. Para ello se requieren de grandes concentraciones de calor por el fuego si dispone de una importante acumulación de combustible listo para arder determinado por elementos finos muertos característicos de zonas con bosques y matorral además de campos abandonados.  

Finalmente, una de las principales conclusiones del proyecto europeo de investigación FIREPARADOX fue que, ante la respuesta exclusivamente represiva a los incendios, centrada en la extinción, se conseguía a corto plazo una mejora respecto a la superficie quemada pero que, con el tiempo, esta se iba diluyendo al no abordarse el problema de fondo: el estado de abandono generalizado del territorio en el Mediterráneo, siendo el mejor indicador el progresivo aumento de la superficie quemada concentrada cada vez más en grandes incendios forestales (GIF: >500 ha). 

Incluye una referencia de pasada a las inundaciones causadas por la DANA del 29 de octubre en Valencia. Siendo obvio que el cambio climático aumenta ese riesgo, se tienen referencias en la zona de recurrentes inundaciones tanto en la cuenca del Turia, como del Júcar o del Barranco del Poio en ritmos de 25-50 años (p.e. Cavanilles). El Sinus ilicitanus llegaba hasta las puertas de Elx en periodo romano y se ha cerrado en un plazo de 2.000 años gracias a las aportaciones de sucesivas riadas en una zona con considerables menores precipitaciones que el Golfo de Valencia. 

En el apartado de mensajes principales se indica que se trata de los incendios más devastadores sufridos por España cuando en 1994 se quemaron 438.000 ha de terreno forestal y 250.000 ha de terreno forestal arbolado, cifra que considerando lo expuesto es improbable que se alcance, dado que, generalmente, el otoño es un período tranquilo en este ámbito. 

Siendo indudable el cambio climático un elemento coadyuvador al riesgo de grandes incendios, centrarse meramente en un proceso global a largo plazo y que depende de avances disruptivos, tanto en lo que respecta a generación de energía como de su almacenaje económico y fiable impredecibles en el tiempo y consensos internacionales complejos, no es responsable por una cuestión básica de escala espacial y temporal respecto a un territorio concreto. Incluso lo que se señala como prioritario, recuperar la gestión y adaptar los territorios para dotarlos de mayor resiliencia, contribuiría muy positivamente a la lucha contra el cambio climático aumentando la oferta de productos de ganadería extensiva que no generan emisiones de efecto invernadero, madera, corcho, resina y otros productos forestales claves en la substitución de materias primas fósiles y minerales con grandes requerimientos energéticos (bioeconomía). Desconcentrar la población de las metrópolis no solo sería recomendable por calidad de vida o cultura, sino también por los efectos climáticos que ella comporta. 

La tendencia de las políticas públicas se ha ido decantando por la preferencia hacia enfoques preventivos y resilientes por delante de los represivos, por motivos de eficiencia y equidad, no siendo comprensible porque en aquello relacionado con el mundo rural ciertos actores muestran una reiterada ausencia evidente de empatía que forma parte destacada de la ecuación y del principio plasmado en los ODS de no dejar a nadie detrás. Ante la falta de apoyo por la sociedad, en una democracia finalmente deciden marchar y abandonar su territorio y, finalmente, una de sus consecuencias son los grandes incendios. 

Se proponen también grandes repoblaciones, lo que no es precisamente lo conveniente si interesan discontinuidades en la vegetación para que los cuerpos de extinción puedan actuar con seguridad y posibilidades reales de controlar el fuego. Además, la mayoría de las zonas arboladas tanto en Portugal como el noroeste de España las especies predominantes eran Pinus pinaster, Quercus ilex, Q. pirenaica, Q. robur, Q. petraea y Castanea sativa, caracterizadas por la capacidad de disponer de semillas serótinas el primero y rebrotar los segundos. 

En mensajes principales se hace una referencia refutada científicamente respecto a la mayor propensión a arder de unas especies frente a otras, olvidando que la estructura y la carga de material fino muerto es mucho más determinante en incendios forestales. El comportamiento del fuego nada tiene que ver con el origen de la especie, sea introducida o nativa. Citan a Eucaliptus y Acacia que, si bien están presentes en el noroeste, no lo están en la zona quemada, dado que esta es demasiado continental y fría en invierno. 

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ES

María José Sanz - WWA incendios 2025

María José Sanz

Directora del BC3 (Centro Vasco de Investigación sobre Cambio Climático)

Science Media Centre España

Se trata de un ejercicio muy rápido que pretende ilustrar los cambios en las condiciones climáticas que llevan a favorecer la aparición e intensidad de los incendios. Estos ejercicios son útiles para reforzar que tenemos una Emergencia Climática y los mensajes de la reciente evaluación del IPCC con evidencias ya materializadas. 

Se limita a relacionar los fuegos con estos cambios de las condiciones, pero la situación es más compleja, porque hay otras áreas con cambios y anomalías mayores en donde no se han producido estos incendios. Su mensaje debe ponerse por tanto en un contexto más amplio de cuáles son los otros factores (falta de gestión de las masas forestales, mejores sistemas de alerta y coordinación, por ejemplo) que, combinados con las condiciones climáticas, son críticos para que se produzcan estos desastres. Porque si no se consideran todos ellos en conjunto se puede generar un sentido de impotencia que lleve a la no acción o al diseño de medidas preventivas ineficientes. 

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ES

Fernando Valladares - WWA incendios 2025

Fernando Valladares

Doctor en Biología, investigador del CSIC y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid

Science Media Centre España

El World Weather Attribution (WWA) ha realizado un brillante estudio sobre la devastadora ola de incendios asociada a una ola de calor extremo que ha tenido lugar el verano de 2025 en España y Portugal. El estudio resume el impacto (casi 400.000 hectáreas quemadas, el 3% del país en el caso de Portugal, al menos 8 fallecidos), analiza su carácter extremo y anómalo (por ejemplo, una ola de calor de estas características solo tendría lugar una vez cada 2.500 años en situaciones normales, y ahora se espera que ocurra una cada solo 13 años) e investiga la contribución del cambio climático a esta combinación de calor extremo y fuegos devastadores. De hecho, esta es la principal contribución del estudio, lo que se conoce como un estudio de atribución: estimar cuantitativamente la relación entre el cambio climático, la ola de calor y los incendios. Los resultados son claros y muy significativos: las condiciones meteorológicas propicias para incendios intensos son ahora unas 40 veces más frecuentes y alrededor de un 30 % más intensas en comparación con el clima preindustrial y la ola de calor de diez días fue 200 veces más probable y 3 °C más calurosa debido al cambio climático.  

Es muy importante entender tanto el significado estadístico de un estudio de atribución (no es una simple correlación, ni mucho menos una opinión informada, sino un complejo análisis matemático basado en simulaciones y modelos que arrojan probabilidades) como la extraordinaria contribución del cambio climático al calor extremo y sostenido en agosto y a los incendios extensos e intensos.  

El estudio debe impulsar medidas igualmente extraordinarias por parte de gobiernos, sector privado y ciudadanía para adaptarnos con urgencia al nuevo clima y a los extraordinarios riesgos de incendio que cada vez afectan a más personas. Y debe hacernos establecer acuerdos entre todos los sectores, fuerzas políticas y las administraciones públicas para hacer frente de forma conjunta y coordinada estas catástrofes y para evitar que siga aumentando su frecuencia en el futuro. Algo que tiene nombre y que lleva 40 años proponiéndose por la comunidad científica: mitigación y adaptación al cambio climático. Algo, la mitigación, que implica, en primera instancia, reducir emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir drásticamente el uso de combustibles fósiles.  

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ES

Víctor Fernández-García - WWA incendios 2025

Víctor Fernández-García

Profesor en el departamento de Ingeniería y Ciencias Agrarias de la Universidad de León

Science Media Centre España

El estudio superrápido ofrece una síntesis sobre los incendios ocurridos en el noreste de la península ibérica durante el verano de 2025. Específicamente, aporta datos históricos sobre el área quemada que ilustran cómo este año ha sido extraordinario, y ofrece una contextualización meteorológica detallada.  

El punto fuerte de los análisis que llevan a cabo los autores es, sin duda, el aspecto climático. Presentan una evidencia robusta de cómo el riesgo meteorológico de incendios ha aumentado durante las últimas décadas. Según muestran, esto significa que las condiciones meteorológicas que hemos tenido este verano serán cada vez más frecuentes (aproximadamente una vez cada 15 años) e intensas (un 30 % más propensas a incendios). Resulta muy interesante, pues demuestra cómo las condiciones sufridas serían muy improbables antes de que los humanos comenzáramos a calentar la atmósfera (una vez cada 2.500 años). 

Metodológicamente, el análisis se basa en índices y fuentes de datos de referencia, como el DSM (un derivado del Fire Weather Index) o los datos meteorológicos ERA5, por lo que las conclusiones sobre el cambio en el riesgo meteorológico de incendios durante las últimas décadas pueden considerarse robustas. 
 
Las principales limitaciones del estudio se refieren a algunas afirmaciones no relacionadas con el aspecto meteorológico. Por ejemplo, los autores indican que los incendios de este año han sido los peores desde 1961, lo que no está respaldado por los datos que ellos mismos ofrecen sobre área quemada, ya que se trataría del quinto peor año en España. Quizás sean los peores incendios, pero puede que en otros aspectos no explorados en el artículo, como tamaño o intensidad. El artículo también aborda otros aspectos, como la vulnerabilidad y la exposición de la población a los incendios, si bien no realiza análisis propios al respecto. 
 
Las implicaciones podrían ser importantes. Por ejemplo, los resultados se alinean plenamente con la principal asunción y necesidad planteada por el Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática propuesto por el Gobierno, que sostiene que algunos impactos, como los incendios, serán cada vez más extremos en el contexto del cambio climático, y que debemos estar mejor preparados para afrontarlos. 

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ES

Víctor Riera - WWA incendios 2025

Víctor Riera

Técnico de proyectos de la Fundación Pau Costa

Science Media Centre España

El artículo analiza y pone énfasis en un episodio concreto del mes de agosto, relacionándolo con el episodio de grandes incendios forestales del noroeste peninsular.  

Es cierto que no hay registros de tanta superficie quemada en tan poco tiempo (desde 1961 según el EGIF, desconozco qué antigüedad tiene el registro portugués, pero no es tan antiguo), en 2022 ya se hablaba de un verano sin precedentes, pero la superficie quemada por este estuvo repartida entre los meses de junio y julio preferentemente (este vídeo muestra claramente cómo las intrusiones saharianas, colores morados en el mapa, predispusieron la vegetación para los grandes incendios a mediados de cada mes). Además, el número de incendios producidos en 2022 fue mayor (EFFIS).  

Por otro lado, se compara con el año 2017, ya que fue especialmente virulento en esta zona. Sin embargo, el episodio más destacado de esa campaña fue la irrupción de Ophelia, provocando vientos muy fuertes y una oleada de incendios sin precedentes, especialmente durante el día 15 de octubre. Por tanto, ha de considerarse como un hecho anómalo.  

Sobre el episodio de altas temperaturas, AEMet ha reiterado a lo largo del mes la inusualidad de las condiciones (por ejemplo, como referencian en el artículo). No obstante, aún no ha emitido ningún informe oficial ni he visto que haya analizado el episodio de temperaturas u olas de calor, aunque es previsible que lo haga a lo largo de este mes (generalmente suelen realizar un informe operativo en su blog oficial, además de que deben de emitir un resumen climatológico mensual).  

En el artículo se analiza el episodio con el índice DSR, una variación del Fire Weather Index. Lo cierto es que desconocía este índice, y sus referencias son recientes (Calheiros et al., 2020Silva et al., 2023). Al basarse en el FWI entiendo que tiene también considera la sequía acumulada, que, en este caso, coincide con la acumulación a 3 meses vista, aunque el análisis se centra más en los valores anómalos de temperatura.  

En resumen, el artículo me parece muy interesante en cuanto al análisis estadístico de que ocurra un evento extremo como el que hemos sufrido, ya que transmite un mensaje muy claro y fuerte. También en el uso del DSR, ya que se trata de una variación del FWI aplicado a la zona en cuestión (los artículos son portugueses y se centran en su territorio), pero flaquea en ligar el episodio de incendios usando solamente este indicador y, sobre todo, centrándose únicamente en las temperaturas máximas. Entiendo que ellos mismos se corrigen agregando otros motivos:  

"Across parts of Portugal and Spain, there has been a trend of rural depopulation (e.g. due to livelihood opportunities in urban areas), combined with an ageing population, contributes to plots of unmanaged forest land and dense fuel loads (Canadas and Novais, 2019). This trend has reduced traditional agricultural practices such as extensive livestock grazing that once acted as a mechanism of vegetation clearance to reduce fuel loads." 

Por darle robustez, y atendiendo simplemente a la estadística de incendios, las zonas que han ardido son las que mayor número de incendios suelen tener todos los años, y la gente que vive allí convive con el fuego (claro ejemplo de Castromil, en la frontera de Zamora y Ourense). Este año ha ardido lo de siempre, pero esta vez, el fuego no ha parado. Cuando analizamos un incendio necesitamos contrastarlo con otros años, ver qué ha hecho el fuego para entender por qué lo ha hecho. Estoy convencido de la alta disponibilidad del combustible, y del efecto de estas olas de calor, pero para saber que este evento ha sido tan inusual, falta más comparativa que sólo hectáreas totales. 

También podrían mencionar qué efecto tiene el sobre calentamiento del suelo en el perfil vertical (formación de bajas térmicas, dando inestabilidad en la atmósfera local y favoreciendo un comportamiento extremo del fuego). Tampoco entiendo las referencias a que se alargue la campaña de incendios, aunque esto sí se menciona y se explica en uno de los artículos de referencia.  

Por último, implicaciones en las políticas públicas. Las que estamos viendo y ya se citan: movilización extraordinaria de medios de extinción con aumento directo de los costes. A medio plazo desarrollo de protocolos comunes e inversión en más infraestructura que se haya echado en falta o haya fallado durante este episodio, y a medio-largo plazo mayor inversión en prevención con el fin de mitigar estos costes extraordinarios. 

En definitiva, y como comentaba anteriormente, creo que transmite un mensaje sencillo y potente: este episodio extremo de temperaturas tiene un 'período de retorno' inferior al que creíamos.  

El resto lo conocemos, bien las personas que lo vivieron de primera mano, bien los expertos que conocen las implicaciones de una ola de calor tan extensa sobre la vegetación. 

Y, para terminar, una referencia a un artículo bastante ligado. 

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Publicaciones
Extreme fire weather conditions in Spain and Portugal now common due to climate change
    • Artículo de investigación
    • Estudio observacional
Autores

World Weather Attribution

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Estudio observacional
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