Centrarse solo en la pérdida de peso para tratar la obesidad puede ser más perjudicial que beneficioso
Un análisis publicado en la revista médica The BMJ señala que los cambios en el estilo de vida que recomiendan los médicos a personas con obesidad, centrados en la restricción calórica y el aumento de la actividad física, tienen escaso efecto en la pérdida de peso a largo plazo, no consiguen reducir significativamente los riesgos cardiovasculares y, sin embargo, pueden provocar discriminación, estigmatización y trastornos de la conducta alimentaria. Los autores señalan, además, que el peso por sí solo es una medida inadecuada de la salud de una persona, tal y como reflejan las directrices clínicas recientes, y proponen un enfoque de "salud para todas las tallas" con una atención eficaz centrada en cada paciente.
Luis Cereijo - Obesidad BMJ peso
Luis Cereijo
Profesor ayudante doctor de Educación Física y Deportiva e investigador en Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Alcalá
El artículo cuestiona la efectividad de las intervenciones centradas en la pérdida de peso y destaca los riesgos inherentes a esta aproximación. Si bien no es un "estudio original" que aporte nuevos datos empíricos, sí integra y sintetiza una muestra de la literatura de alta calidad, sustentando con ella sus conclusiones. Es riguroso y basado en la evidencia, apoyado por una muestra importante de metaanálisis y ensayos clínicos aleatorizados. Su principal limitación reside en un enfoque demasiado centrado en países de medio y altos ingresos, dejando de lado el impacto en países que se sitúan fuera del escenario occidental.
Este análisis viene a sumarse a una creciente corriente científica que evalúa críticamente las intervenciones basadas exclusivamente en el índice de masa corporal (IMC). Es importante destacar que las personas autoras no niegan la eficacia que la actividad física o una dieta adecuada tiene sobre la salud de las personas. El planteamiento que defienden es que los programas basados en promoción de hábitos de vida enfocados a la pérdida de peso no han demostrado ser eficaces. Además, se alinea igualmente con investigaciones previas que relacionan el estigma de peso con efectos adversos sobre la salud mental y física.
El presente artículo es un acicate para una necesidad que parte del mundo científico viene reclamando: un cambio en el foco del abordaje de la salud de las personas. El enfoque obesocéntrico se ha revelado no solo como ineficaz, sino como un problema relevante para la salud mental y física. Esta y otras evidencias, cada vez más comunes, exigen promover un modelo centrado en la persona, que priorice la salud integral del paciente y no solo el peso. Se pone de relieve la importancia de desmedicalizar los hábitos de vida y evitar reducirlos a meros instrumentos terapéuticos contra el sobrepeso. Urge desarrollar nuevas guías clínicas que permitan abordar estas patologías considerando al paciente más allá de su estado ponderal, comprendiendo su realidad social, sus condiciones materiales de vida y el entorno en el que las viven. El hecho de que mantener el enfoque en los estilos de vida haya demostrado ser ineficaz ya es una razón más que suficiente para el cambio. Pero este cambio se vuelve aún más urgente al comprender que las poblaciones más afectadas por este estigma son, a su vez, las que presentan una mayor prevalencia de las patologías que se pretende abordar, y, por tanto, son quienes más necesitan un abordaje efectivo.
Julia Díez - obesidad BMJ peso
Julia Díez Escudero
Profesora ayudante doctora en el Grupo de Investigación en Salud Pública y Epidemiología de la Universidad de Alcalá
La obesidad no es una elección ni el resultado de una falta de voluntad. En este sentido, el artículo incide en la idea de dejar de abordar este problema mediante estrategias individuales como las intervenciones de pérdida de peso. La evidencia respalda que, a nivel individual, este tipo de intervenciones generan culpabilidad y dañan la salud física (por ejemplo, trastornos de conducta alimentaria) y mental (ansiedad o depresión).
A su vez, a nivel poblacional, lo que promueven es un estigma social. Y, como se señala también en la revisión, se ha demostrado que ni siquiera es que sean estrategias efectivas o sostenibles —ni a medio ni a largo plazo— para reducir la carga de enfermedad o los costes (sociales o económicos) asociados a la obesidad.
Más allá de las conductas individuales, lo importante sería incidir sobre lo colectivo. Es decir, pensar en las condiciones de vida (¿cuánto cuesta comer de manera saludable? ¿qué tiempo hay para cocinar? ¿qué tipo de menús se ofrecen en colegios, hospitales, o residencias?). La obesidad, igual que la mayoría de los problemas de salud, sigue un claro gradiente social: aquellas personas más vulnerables son las más afectadas. De hecho, la OMS ha estimado que, en Europa, las desigualdades por nivel educativo pueden llegar a explicar un 26 % de la obesidad en los hombres, y hasta un 50 % en las mujeres.
Andreea Ciudin - obesidad BMJ peso
Andreea Ciudin
Endocrinóloga y coordinadora de la Unidad de Obesidad del Hospital Vall d'Hebron
La obesidad es un conjunto de enfermedades crónicas neuroendocrinas caracterizadas por alteración en la regulación del apetito y del metabolismo, que resulta en exceso y disfunción del tejido adiposo que impacta de forma negativa en la salud. Solo con esta definición vemos que no es ni un asunto de voluntades ni de kilos. Aunque el exceso de grasa se ve más en cuerpos más voluminosos, con muchos kilos, también existen índices de masa corporal (IMC) de 25 con exceso de grasa y que son obesidades, no sobrepeso. Hay que cambiar el foco del peso hacia la composición corporal y el impacto en la salud.
Ejemplo 1: culturista, 120 kg, IMC 35, 80 % músculo: NO es obesidad, no tiene que perder peso.
Ejemplo 2: persona de 80 kg, IMC 25, 40 % grasa: es obesidad, pero tiene que perder grasa, no kilos, ya que los kilos pueden contener musculo y hueso también, sin discriminar.
Mantener el foco en perder peso provoca y perpetúa la fiebre de las estrategias milagro, de la imagen corporal y estética, y el uso inadecuado de tratamientos que son fármacos basados en hormonas, con mecanismos e indicaciones claras, que últimamente se han trivializado por este motivo y de los que se hace mal uso.
Puede ser hasta peligroso si el objetivo es perder peso a toda costa, buscando métodos diversos, sin tener en cuenta que se puede perder de forma significativa masa muscular. Y esto es perjudicial en vez de beneficioso.
Esto fomenta la frustración y el estigma, porque se hacen comparaciones entre personas, en la misma casa, los vecinos, amigos... Se mide el peso perdido, cuando los objetivos de tratamiento tienen que ser individualizados en cada caso.
El objetivo debe ser ganar salud. Si no hay complicaciones debidas a la obesidad, el objetivo es reducir la grasa y prevenir la disfunción de órganos no grasos. Si hay complicaciones, el objetivo es revertir la disfunción en estos órganos. Y no siempre para ello es necesario perder un cierto número de kilos.
Ejemplo: una persona que pierde 10 kg de grasa y gana 8 kg de músculo. Si miras que ha perdido 2 kg es un desastre, pero en realidad es un exitazo de tratamiento, porque le ha bajado la grasa que la enfermaba y ha subido el músculo que la sana.
Mercedes Martínez Cortés - obesidad BMJ peso
Mercedes Martínez Cortés
Médica especialista en salud pública, consejera técnica en la Subdirección General de prevención y promoción de la salud, Madrid Salud
En realidad, podemos estar de acuerdo con los contenidos generales del artículo, en la medida en que identifica la baja eficacia de muchas de las intervenciones que estamos realizando para combatir la epidemia de la obesidad y los posibles efectos adversos de la forma en que estamos realizando estas intervenciones.
Sin embargo, no podemos olvidar que el sobrepeso y la obesidad afectan ya a la mitad de la población de los países desarrollados y que ya nadie pone en cuestión la relación del exceso de peso con la pérdida de calidad de vida, y la mayor morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas (cáncer, diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, depresión, apnea del sueño, enfermedad osteoarticular, etc.).
Por lo tanto, el acento debe ponerse en encontrar formas de intervención de mayor eficacia y que tengan en cuenta la importancia de no reforzar el estigma social que acompaña a la obesidad.
Los problemas con las intervenciones en obesidad que señala el artículo son consecuencia, desde nuestro punto de vista, de realizar un enfoque individual y simple, de un problema complejo de origen claramente social. Tenemos una forma de vida obesogénica y cuando les pedimos a los pacientes que lleven una vida saludable, les estamos pidiendo un esfuerzo tan grande que muchos de ellos no son capaces y esto genera impotencia y culpabilidad. Por eso las intervenciones no pueden limitarse al consejo clínico individual, sino que se deben incluir intervenciones de tipo grupal y comunitario.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
Franco et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares