Polémica por la propuesta de la administración Trump de indicar la leucovorina como tratamiento para el autismo
En una rueda de prensa en la Casa Blanca celebrada este lunes, Donald Trump y las autoridades sanitarias relacionaron el uso del paracetamol durante el embarazo con los casos de autismo. Además, recomendaron la leucovorina como tratamiento para el autismo. Acto seguido, la agencia estadounidense de medicamentos (FDA) anunciaba en una nota de prensa que ha iniciado el proceso de aprobación de los comprimidos de leucovorina cálcica para pacientes con deficiencia cerebral de folato. “Se ha observado que las personas con deficiencia cerebral de folato presentan retrasos en el desarrollo con características autistas, convulsiones y problemas de movimiento y coordinación”, indicaban. La actualización del uso del fármaco, discutida por la comunidad científica, autorizará el tratamiento de niños con trastorno del espectro autista.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este lunes en la Casa Blanca, acompañado de Robert F. Kennedy, secretario de Salud de EE UU, y del resto de autoridades sanitarias. EFE/Francis Chung.
Dawn Adams - leucovorina Trump autismo
Dawn Adams
Catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia)
La sugerencia de utilizar leucovorina para ‘tratar’ el autismo es preocupante. En primer lugar, porque la investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación. También es preocupante porque este tipo de declaraciones influyen en la forma en que la gente entiende y percibe el autismo.
El autismo no es algo que necesite tratamiento o cura, es una diferencia en el desarrollo neurológico. Cuando lo enmarcamos como una condición que necesita ‘arreglarse’, corremos el riesgo de aumentar el estigma al que ya se enfrentan las personas autistas.
Lo que realmente marca la diferencia para las personas autistas es contar con el apoyo adecuado: aulas inclusivas, lugares de trabajo que se adapten a sus necesidades, comunidades que comprendan las diferencias comunicativas y sensoriales, y políticas elaboradas a partir de investigaciones de buena calidad. Estas son las cosas que ayudan a las personas autistas a prosperar y las cosas que los gobiernos tienen la oportunidad de crear.
Las personas autistas no necesitan tratamientos ni curas. Necesitan un mundo que las acepte y las valore por lo que son.
Andrew Whitehouse - leucovorina Trump autismo
Andrew Whitehouse
Profesor de investigación sobre el Autismo Angela Wright Bennett en el Kids Research Institute Australia
La leucovorina (ácido folínico) se ha promocionado como un ‘tratamiento’ para el autismo, pero las pruebas son débiles. Algunos ensayos a pequeña escala sugieren posibles mejoras leves en los resultados conductuales, pero estos estudios están limitados por el reducido número de participantes, la inconsistencia de los resultados y la falta de réplicas independientes.
En este momento, la ciencia no se acerca al nivel necesario para recomendar la leucovorina en el tratamiento clínico del autismo. El campo carece de ensayos a gran escala, multicéntricos y rigurosamente controlados que puedan confirmar si los beneficios son reales, reproducibles y significativos en la vida cotidiana.
En resumen, la leucovorina sigue siendo experimental. Las investigaciones actuales son demasiado limitadas y preliminares para sacar conclusiones sólidas, y el entusiasmo supera con creces las pruebas científicas. Las familias y los médicos deben ser cautelosos y saber que ya existen muchos programas de apoyo con un sólido respaldo científico que favorecen de forma fiable el desarrollo de los niños autistas. En comparación con estos enfoques probados, la leucovorina sigue sin estar demostrada.
Adam Guastella - leocovorina Trump autismo
Adam Guastella
Profesor en la Clínica de Investigación sobre Autismo y Neurodesarrollo de la Universidad de Sídney (Australia)
Las pruebas sobre el uso de la leucovorina como tratamiento para el autismo, ya sea durante el embarazo o en niños con autismo, son preliminares y requieren estudios científicos más sólidos para garantizar su seguridad y eficacia. Existen algunos estudios prometedores que sugieren posibles beneficios, pero estos estudios tienen muchas limitaciones que indican que es necesario seguir investigando. No tienen la calidad necesaria para su uso generalizado.
También hay algunos estudios que sugieren efectos secundarios negativos. Se necesita más trabajo para determinar con certeza la dosis y el momento adecuados, especialmente cuando se administra durante el embarazo y la primera infancia, antes de adoptarlo como tratamiento para la comunidad.
En un momento en el que la investigación científica ha sufrido una grave falta de financiación y ha sido cuestionada a nivel internacional, este trabajo pone aún más de relieve la importancia y la necesidad de estudios científicos de alta calidad que puedan proporcionar datos a los gobiernos, los responsables políticos, los profesionales de la salud y las familias sobre prácticas basadas en la evidencia.