Dawn Adams
Catedrática de investigación sobre el autismo en el Centro de Investigación sobre el Autismo Olga Tennison de la Universidad de La Trobe (Australia)
La sugerencia de utilizar leucovorina para ‘tratar’ el autismo es preocupante. En primer lugar, porque la investigación en este ámbito es de mala calidad y no está al nivel que cabría esperar a la hora de hacer recomendaciones para su aprobación. También es preocupante porque este tipo de declaraciones influyen en la forma en que la gente entiende y percibe el autismo.
El autismo no es algo que necesite tratamiento o cura, es una diferencia en el desarrollo neurológico. Cuando lo enmarcamos como una condición que necesita ‘arreglarse’, corremos el riesgo de aumentar el estigma al que ya se enfrentan las personas autistas.
Lo que realmente marca la diferencia para las personas autistas es contar con el apoyo adecuado: aulas inclusivas, lugares de trabajo que se adapten a sus necesidades, comunidades que comprendan las diferencias comunicativas y sensoriales, y políticas elaboradas a partir de investigaciones de buena calidad. Estas son las cosas que ayudan a las personas autistas a prosperar y las cosas que los gobiernos tienen la oportunidad de crear.
Las personas autistas no necesitan tratamientos ni curas. Necesitan un mundo que las acepte y las valore por lo que son.