Dos macacos marcan el ritmo de una música en un estudio experimental
Gilberto y Tomás son dos macacos entrenados para sincronizar sus movimientos con el ritmo de un metrónomo, que fueron capaces de marcar el tempo de una música, afirma un estudio publicado en Science. Este resultado contradice la hipótesis del aprendizaje vocal, según la cual solo las especies capaces de vocalizaciones complejas pueden percibir y seguir un ritmo musical.
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Miquel Llorente
Director del departamento de Psicología de la Universidad de Girona, profesor agregado Serra Húnter e investigador principal del grupo de investigación Comparative Minds
Aunque el estudio presenta resultados llamativos sobre la sensibilidad rítmica en primates no humanos, las conclusiones deben tomarse con mucha prudencia. El tamaño muestral es extremadamente reducido y se basa en individuos entrenados durante largos periodos para realizar tareas altamente artificiales. Este tipo de protocolos, aun siendo clásicos en neurociencia, se alejan notablemente del repertorio natural de la especie y dificultan la extrapolación realista de los resultados. Además, el coste de mantener a estos animales en entornos experimentales tan restrictivos obliga a evaluar si el beneficio científico compensa la carga para su bienestar.
Existen alternativas metodológicas más respetuosas y potencialmente más informativas, como estudios observacionales o experimentos ecológicamente validados en entornos seminaturales o centros de primates, donde se puede explorar el procesamiento temporal y rítmico sin forzar condiciones que distorsionan el comportamiento. En este sentido, el trabajo plantea preguntas interesantes, pero aún está lejos de ofrecer respuestas sólidas sobre la evolución del ritmo en primates.
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Alba Castellano Navarro
Doctora en Etología, investigadora colaboradora en el departamento de Zoología
Durante décadas se pensó que ciertas capacidades cognitivas eran exclusivas del ser humano. El uso de herramientas —por ejemplo— fue considerado un rasgo estrictamente humano hasta que Jane Goodall observó cómo los chimpancés en Gombe usaban ramitas para extraer termitas, demostrando que eran capaces de fabricar y utilizar herramientas en su búsqueda de alimento (Goodall, 1964).
También, la cultura dejó de considerarse un fenómeno exclusivamente humano cuando los macacos de la isla de Koshima sorprendieron al mundo: una joven hembra comenzó a lavar batatas en el río, y esta innovación conductual fue imitada por otros miembros del grupo, documentando así un caso claro de transmisión cultural no humana (Kawai, 1965).
Recientemente, estudios con grandes simios han cuestionado otra de las capacidades que durante mucho tiempo se consideró exclusivamente humana: la teoría de la mente, entendida como la habilidad de atribuir a otros creencias, conocimientos o intenciones diferentes de los propios. Investigaciones como la de Krupenye et al. (2016) han mostrado que estos animales pueden anticipar el comportamiento de otros basándose en creencias falsas, una manifestación compatible con formas incipientes de teoría de la mente.
Ahora, este estudio, publicado en Science (Rajendran et al., 2025), suma otra pieza a este rompecabezas: el ritmo musical. Los autores han demostrado que los macacos pueden detectar, anticipar y sincronizarse con el ritmo de música real, un comportamiento que hasta ahora se creía exclusivo de los humanos y unas pocas especies con capacidades vocales complejas, como ciertas aves cantoras.
En una serie de tres experimentos, los macacos no solo aprendieron a marcar el ritmo mediante golpeteos sincronizados, sino que eligieron espontáneamente hacerlo, incluso cuando no era necesario para recibir una recompensa. Esta capacidad sugiere que la sincronización rítmica no es una propiedad ‘todo o nada’, sino que puede emerger gradualmente si se coordinan ciertos procesos cognitivos básicos.
Este hallazgo da lugar a una nueva propuesta teórica: la hipótesis de los 4 componentes (4Cs). Según esta hipótesis, cualquier especie que pueda (1) detectar patrones auditivos, (2) hacer predicciones temporales, (3) coordinar acciones motoras con esos patrones y (4) asociar esa conducta con una recompensa, podría desarrollar cierto grado de percepción musical rítmica. Es un enfoque más inclusivo que el modelo anterior, basado exclusivamente en el aprendizaje vocal, y permite trazar una continuidad entre especies.
Los autores aclaran que esto no significa que los macacos tengan una vivencia de la música como la humana. A diferencia de los humanos, que muestran esta habilidad de forma natural desde la infancia, los macacos necesitaron un entrenamiento extensivo y encontraron la tarea exigente. La motivación para sincronizarse no parece ser intrínseca, sino condicionada por el sistema de recompensas. Aun así, una vez entrenados, los macacos generalizaron la habilidad a nuevas canciones, lo que sugiere la activación de mecanismos cognitivos comparables a los humanos.
En conjunto, este estudio no solo desafía nuestras ideas sobre la musicalidad animal, sino que refuerza una visión más gradual y evolutiva de la cognición compleja. Como ha ocurrido con el uso de herramientas, la cultura y la teoría de la mente, el ritmo deja de ser una frontera estrictamente humana. La línea que nos separa de otras especies con capacidades cognitivas complejas se vuelve cada vez más fina, recordándonos que compartimos un pasado común y también algunas de las capacidades que creíamos exclusivamente nuestras.
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Ferran Mayayo
Autor de una tesis doctoral sobre la cognición del ritmo en humanos y ratas, técnico de apoyo a la investigación en el grupo Language & Comparative Cognition, Center for Brain and Cognition
Este estudio aborda la capacidad de percepción y sincronización de la pulsación rítmica en una especie de primates no humanos como los macacos. Los datos presentados se sustentan sobre una metodología rigurosa y meticulosamente diseñada. La percepción de la pulsación rítmica responde a un proceso cognitivo sujeto a cierta subjetividad. En ese sentido, los resultados del trabajo sugieren que los sujetos estudiados muestran una capacidad de percibir y de sincronizarse a la pulsación de la música con un grado de destreza no observado previamente en macacos. Según los autores, dicha capacidad sería latente, pero se activaría con la presencia de algunos componentes esenciales, como la predicción temporal o la asociación con un sistema de recompensa.
Respecto a la capacidad de especies animales no humanas para percibir la pulsación rítmica, el aprendizaje vocal (vocal learning; capacidad de integrar vocalizaciones nuevas que no son propias del repertorio vocal de la especie) ha sido planteado como uno de los requisitos para la percepción y sincronización rítmica. Sin embargo, este estudio demuestra que una especie animal sin aprendizaje vocal, como el macaco, puede sincronizarse a la pulsación de manera exitosa. A nivel teórico, esto desafía la hipótesis sobre el aprendizaje vocal como requisito en la sincronización de la pulsación, obligando a reconsiderar la hipótesis y/o el concepto de aprendizaje vocal.
Esta investigación es pionera en explorar que los primates no humanos son capaces de sincronizarse a la pulsación de una pieza musical real. En investigaciones previas se había observado la capacidad de estos animales para sincronizarse a la pulsación de un ritmo compuesto explícitamente por pulsaciones (p.ej., metrónomo). No obstante, el estudio va un paso más allá y examina la habilidad de los macacos para extraer y mantener la pulsación rítmica de piezas musicales, aumentado así la carga cognitiva de la tarea. En la práctica, esto supone que los macacos demuestran habilidades rítmicas solo observadas anteriormente en determinadas especies animales (mayoritariamente con aprendizaje vocal), como la sincronización espontánea (sin entrenamiento de los estímulos presentados) a la pulsación rítmica, o la abstracción de una pulsación explícita hacia una pulsación subjetiva integrada en una pieza musical completa.
Es importante destacar otros aspectos relevantes del estudio. Según la metodología usada, es posible observar sincronización rítmica en los macacos bajo las condiciones experimentales descritas, aunque no implica que se trate del comportamiento natural de los macacos. Por otro lado, el paradigma se basa en un extenso proceso de entrenamiento previo para completar los experimentos con éxito, y en la presencia de un sistema de recompensa para activar las respuestas conductuales en los macacos, hecho que contrasta con la conducta y habilidades asociadas a los humanos en dicho contexto. En general, este estudio tiene una notable relevancia científica, aportando un avance en el conocimiento de las capacidades rítmicas de primates no humanos, sugiriendo una revisión de las relaciones evolutivas entre especies.
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Antonio J. Osuna Mascaró
Investigador posdoctoral en el Messerli Research Institute de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria), especialista en cognición animal
En cognición comparada sabemos bien que el entrenamiento intensivo puede sacar a la luz habilidades que no aparecen de manera espontánea en el comportamiento natural de una especie. Esto se ha visto, por ejemplo, en estudios recientes con cornejas y macacos, donde animales que no utilizan herramientas en libertad aprendieron a manipularlas con gran destreza tras un periodo prolongado de entrenamiento. Estos casos muestran que el hecho de que un comportamiento no se observe en la naturaleza no significa que la especie carezca por completo de los mecanismos necesarios para desarrollarlo: a veces, solo hace falta el contexto adecuado para que la capacidad se exprese.
Durante años, se pensó que la capacidad de moverse al compás de la música era casi exclusiva de especies con aprendizaje vocal complejo, los llamados ‘vocal learners’, como los humanos y algunas aves (como las cacatúas con las que trabajo en el Goffin Lab en Viena). Sin embargo, tras un entrenamiento exhaustivo basado en recompensa, los macacos fueron capaces de identificar y seguir el ritmo de canciones reales. De hecho, incluso tendieron a sincronizarse espontáneamente con el tempo correcto de canciones nuevas, pese a que hacerlo no era necesario para obtener un premio. Este descubrimiento no invalida por completo la hipótesis tradicional del aprendizaje vocal, pero sí sugiere un escenario más matizado: es posible que los macacos alcancen un comportamiento similar al de los “vocal learners”, aunque, eso sí, probablemente a través de mecanismos alternativos y gracias al refuerzo intensivo.
Esta interpretación encaja con la llamada ‘hipótesis de los cuatro componentes’ (4Cs), que propone que la sincronización con la música no depende exclusivamente del aprendizaje vocal, sino de la coordinación de procesos generales como la detección de patrones auditivos, la predicción temporal, el control audiomotor y el aprendizaje reforzado. Bajo este enfoque, los 'vocal learners’ contarían con un sistema especialmente preparado y motivante para la sincronización rítmica (lo que explicaría su facilidad natural para moverse al compás), mientras que en especies como los macacos esta capacidad puede emerger si se refuerzan adecuadamente los componentes necesarios. En otras palabras, los macacos no son ‘musicales’ por naturaleza, pero sí pueden llegar a sincronizarse con el ritmo siguiendo un camino distinto, impulsado por la recompensa. Este tipo de hallazgos nos recuerda que, en la evolución del comportamiento, distintos caminos pueden llevar al mismo resultado.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Animales
Vani G. Rajendran et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Animales