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Tomás García Azcárate

Economista agrario especializado en Política agraria Común y mercados agrarios, investigador asociado del CEIGRAM, miembro del Consejo Asesor de Asuntos Europeos de la Comunidad de Madrid y del Comité de expertos de Foro Agrario

Mi primera reacción es de indignación. Con datos de hace 10 años, el articulo tenía que haber sido titulado al pasado (supported) y no al presente.  

Desde entonces, [2013] se han producidos cambios en la PAC, algunos tan importantes como los ecorregímenes, que van destinados a promover practicas favorables al medio ambiente. Ahora, hablemos de la metodología. Las ayudas directas de la PAC se dividen en dos grandes grupos, las ayudas desacopladas, es decir, que no están relacionadas con un cultivo o animal determinado, y las ayudas acopladas.  

Con las segundas, el saber su destino es fácil. Con las primeras, que son las que representan la mayor parte del presupuesto, el agricultor cultiva lo que quiere o lo que puede. Lo que demuestra el artículo es que los agricultores europeos siguen cultivando mayoritariamente los cultivos adaptados a la zona climática en la que se encuentran, cereales, colza y girasol principalmente. Con el desacoplamiento, cultivos como el algodón, la remolacha, la alfalfa, el lino y cáñamo, han perdido relevancia en favor de los cereales y las oleaginosas, pero también (y de manera importante) de la superficie forestal. 

En cuanto a la ganadería, son justamente las producciones sin ayudas acopladas, como el porcino y el aviar, las que están creciendo. De nuevo, utilizar un solo año, no solo antiguo sino uno solo, impide ver la globalidad de la situación: a pesar de las ayudas que reciben, las ganaderías de vacuno de carne, de ovejas y corderos y de cabras, están retrocediendo. La única que está creciendo, y de manera más limitada que el porcino y las aves, es la ganadería vacuna de leche. 

Datos antiguos, referidos a un solo año, obviando las dinámicas productivas y políticas de estos últimos 10 años, son limitaciones que no concuerdan con la ambición del artículo. A esto se le pueden sumar otros errores puntuales, como afirmar que uno de los objetivos de la PAC es la soberanía alimentaria, lo cual es erróneo ya que el objetivo al respecto es la seguridad del abastecimiento, que es algo muy distinto.  

Ahora hablemos de la tesis central. Tienen razón los autores cuando afirman que las ayudas directas de la PAC de ayer (pero también las de hoy) están orientadas a promover la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, como tampoco lo están (añado yo) a promover dietas alimentarias más saludables.  

Es verdad que una parte creciente de estas ayudas tienen un mayor enfoque medioambiental y de respeto al bienestar animal a través, entre otros, de la condicionalidad de las ayudas, es verdad que poco a poco se va a introducir una componente social también en esta condicionalidad, pero también es verdad que queda mucho por hacer para poner en coherencia todas las políticas europeas (también las ayudas a las inversiones) con el objetivo de la adaptación al, y la mitigación del, cambio climático. 

ES