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Pedro Gullón

Epidemiólogo social y médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Alcalá

En general, el uso de las mascarillas en el transporte público es una medida no farmacológica con un efecto muy pequeño cuando se usa en solitario. Es decir, en la situación de España, donde no existían prácticamente otras medidas no farmacológicas en marcha en estos momentos, no tenía sentido mantener las mascarillas en el transporte público.  

Eso no quiere decir que nunca más vaya a ser necesario, pero para que sea efectiva tiene que ir acompañada y ser coherente tanto a la situación epidemiológica como al resto de medidas que se toman. En este sentido, es importante que las medidas de mitigación de los contagios se piensen en un contexto de salud pública y eso significa que las medidas sean aceptadas socialmente (la efectividad baja todavía más si la gente no usa la mascarilla), coherentes con el resto de medidas (“tengo que llevar la mascarilla en el metro pero estoy en un evento multitudinario cerrado durante horas sin ningún control”) y que entiendan los mensajes que transmiten.  

En relación a esto último, no podemos olvidarnos de que uno de los mayores retos de la salud pública en los próximos años es el cambio climático y, cuando el único lugar con mascarilla es el transporte público, se genera una imagen de que es el único lugar con alto riesgo de contagio, algo no apoyado por los datos. Esto puede desincentivar su uso, con las consecuencias negativas en salud pública. 

ES