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Pedro Gullón

Epidemiólogo social y médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Alcalá

Ahora mismo tenemos dos debates con implicaciones muy diferentes en el control de la pandemia.

Por un lado se debate la reducción del periodo de cuarentena (es decir, el periodo en el que un contacto estrecho debe evitar contactos con otras personas porque puede estar desarrollando la enfermedad). Esta reducción está motivada por que algunos datos apuntan a una reducción del periodo de incubación con ómicron. Es decir, el tiempo que se tarda desde que tienes un contacto estrecho hasta que desarrollas síntomas o tienes una PCR positiva. Si ese periodo es más corto, las cuarentenas podrían ser más cortas. El impacto de la reducción del tiempo de cuarentena es menor ya que, al menos en España, las personas vacunadas no realizan cuarentena desde hace unos meses. Por tanto, cambios en el tiempo de cuarentena tendrían impacto sobre todo en familias con hijos pequeños sin vacunar.

Por otro lado, la reducción del periodo de aislamiento (el periodo que una persona con síntomas puede ser contagiosa) puede tener más implicaciones. Sabemos que los primeros días tras la aparición de los síntomas, son los más contagiosos. Pero no existe un corte seguro a partir del cual una persona no vaya a excretar virus con un cien por cien de seguridad. En personas que ya han pasado 5 o 7 días tras el positivo, y que sean totalmente asintomáticas, las probabilidades de que puedan infectar a otros son bajas. No obstante, nunca son cero y se trata de un continuo: a más tiempo, menos probabilidad de transmitir.

ES