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José M. Ordovás

Director de Nutrición y Genómica en la Universidad Tufts de Boston (EEUU), miembro de IMDEA-Alimentación (Madrid) y de CIBEROBN (Instituto de Salud Carlos III)

En conjunto, este metaanálisis es un trabajo sólido y bien ejecutado. Incluye casi 50.000 niños y niñas de 59 estudios en múltiples países, lo que le da una visión amplia y bastante robusta sobre las dietas vegetarianas y veganas en la infancia. Aun así, la mayor parte de la evidencia es observacional y transversal, por lo que las asociaciones deben interpretarse con cautela; esto no permite establecer causalidad.  

Los resultados confirman algo que ya sabíamos por estudios previos: estas dietas pueden ser saludables en la infancia, pero requieren una planificación cuidadosa y una suplementación adecuada para evitar déficits de micronutrientes. El patrón general es claro: más fibra y vitaminas procedentes de alimentos vegetales, menos grasas saturadas y colesterol, y un perfil cardiometabólico más favorable. Esto es coherente con la literatura sobre patrones dietéticos saludables.  

El artículo añade matices importantes: incluso cuando la ingesta media de muchos nutrientes está dentro de rangos aceptables, las reservas corporales de hierro, vitamina D y, en veganos, vitamina B12, pueden ser más bajas, lo que confirma la necesidad de seguimiento clínico y suplementación sistemática, especialmente en B12 y vitamina D.  

Hay varias limitaciones o puntos críticos. Los estudios incluidos son muy heterogéneos, muchos con muestras pequeñas, métodos distintos para medir la dieta y, a menudo, sin información clara sobre suplementación. Por ello, los resultados son orientativos, no definitivos.  

[Respecto a una posible menor ingesta energética] Los niños vegetarianos y veganos tienden a consumir menos energía y algo menos de grasa y proteína. Esto se refleja en un fenotipo algo más delgado, con ligeras diferencias de talla o peso, pero en la mayoría de los casos dentro de los rangos de normalidad pediátrica. La evidencia disponible no demuestra un impacto clínico relevante en el crecimiento cuando la dieta está bien planificada y suplementada. No obstante, en contextos con menor acceso a alimentos fortificados o menor seguimiento profesional, este riesgo podría aumentar. 

En resumen: una dieta vegetariana o vegana en la infancia puede ser saludable, pero no es ‘automáticamente’ saludable. Requiere conocimiento, supervisión, alimentos variados y suplementación obligatoria de vitamina B12 y, en la mayoría de los casos, vitamina D; y, para veganos, especial atención a calcio, zinc y hierro. Con este apoyo, los niños pueden crecer adecuadamente y, además, beneficiarse de hábitos alimentarios más saludables para toda la vida.

ES