Michele Matarazzo
Neurólogo especialista en enfermedad de Parkinson en el Centro Integral de Neurociencias HM CINAC, editor en jefe de MDS Podcast y coordinador del Comité Ad Hoc de Neurotecnología, Innovación y Emprendimiento de la Sociedad Española de Neurología
Es un ensayo clínico aleatorizado de fase II, doble ciego controlado con placebo para demostrar el efecto neuroprotector de un fármaco antidiabético en la enfermedad de Parkinson. El fármaco en cuestión, el lixisenatide, es un agonista del receptor GLP1, usado como antidiabético y que ha demostrado un efecto neuroprotector en modelos preclínicos de la enfermedad. Además, otras moléculas de la misma familia ya se han estudiado con el mismo objetivo, con resultados dudosos. El estudio está bien diseñado y con una muestra de pacientes suficiente para apoyar a los resultados y las conclusiones. Además, el tiempo de seguimiento es razonable (hasta un año) y la tasa de cumplimiento es muy elevada, lo que añade más robustez al estudio.
Aunque dispongamos de tratamiento sintomáticos muy eficaces para la enfermedad de Parkinson, en la actualidad no existe ningún fármaco que haya demostrado de manera neta una reducción de su progresión. Encontrar una molécula que pueda ralentizar la evolución de la enfermedad es un objetivo mayor de la investigación en la enfermedad de Parkinson y en otras enfermedades neurodegenerativas, y esta evidencia preliminar aporta una esperanza de poder contar con un fármaco que pueda hacer que la enfermedad vaya más despacio. Esto no tiene solo un impacto clínico directo (que de hecho es leve), sino que, si se confirmaran los resultados, nos orientaría el camino hacia una diana terapéutica prometedora para seguir investigando en una terapia eficaz.
Existen algunas limitaciones importantes:
- Los pacientes estaban ya recibiendo medicación en el momento del reclutamiento, y esto puede tener cierto impacto sobre los resultados. Sin embargo, dado que los pacientes en esa fase de la enfermedad iban a necesitar empezar con medicación durante el seguimiento, es razonable que se hayan incluido pacientes ya tratados.
- Las evaluaciones del resultado principal del ensayo se han hecho en el estado llamado on, o sea, cuando la medicación sintomática que ya tomaba previamente el paciente está haciendo efecto. De nuevo esto complica la interpretación, pero también es una medida que ha permitido mantener mayor uniformidad de las evaluaciones.
- El ensayo muestra un pequeño pero significativo efecto sobre los síntomas motores de la enfermedad, pero no muestra cambios en los síntomas llamados no motores (como la depresión, ansiedad, apatía, alteración del sueño…), lo cual, a priori, debería mejorar de igual manera que los síntomas motores, aunque en una población con diagnóstico precoz como la del ensayo es posible que los pacientes tuvieran tan pocos síntomas no motores que fuera muy difícil detectar un cambio (por el llamado ‘efecto suelo’).
- El ensayo basa todos sus resultados sobre una escala clínica que, si bien es la más utilizada en la evolución de la enfermedad de Parkinson, tiene ciertas limitaciones. Entre ellas, presenta cierta variabilidad interobservador, no tiene muy en cuenta el punto de vista del paciente y no se basa en datos objetivos cuantificables. Hoy en día disponemos de medios objetivos que pueden apoyar las evaluaciones clínicas, bien a nivel de neuroimagen, o bien a nivel de marcadores biológicos o de cuantificación motora objetiva que eliminan la parte de subjetividad de las escalas.
- Los efectos adversos potencialmente relacionados con un el fármaco fueron más frecuentes en el grupo tratado respecto al grupo placebo. Más allá de las posibles implicaciones en cuanto a tolerabilidad del fármaco, la mera presencia de estos efectos puede haber producido un sesgo de desenmascaramiento (al presentar estos efectos adversos, los pacientes tienen mayor probabilidad de creer que están tomando el fármaco y no el placebo, reduciendo el valor del doble ciego y de la comparación con placebo).
- Por último, el ensayo muestra un posible efecto neuroprotector sobre la evolución de la enfermedad, lo cual sería una revolución mayor en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. Esta posible conclusión debe todavía confirmarse al menos: (i) en otro ensayo multicéntrico internacional de fase III con un mayor número de pacientes y (ii) tras excluir de manera más contundente que los efectos observados no son debidos a un impacto sintomático (mejoría de los síntomas y no de la enfermedad subyacente), especialmente considerando que algunos estudios sugieren que esta molécula puede aumentar los niveles de dopamina.