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Mercedes Sotos-Prieto

Epidemióloga nutricional en el CIBERESP y el IMDEA Alimentaciónprofesora titular en la Universidad Autónoma de Madrid y profesora asistente adjunta en la Escuela de Salud Pública de Harvard

Este estudio presenta un diseño metodológico sólido en estudios observacionales. Se basa en dos grandes cohortes prospectivas, NHANES en EE.UU. y UK Biobank en Reino Unido que incluye un tamaño de muestra elevado con más de 168.000 personas. Además, han completado el estudio con un metaanálisis de 37 estudios previos que suman más de 3 millones de participantes. Han tenido en cuenta las principales variables confusoras, es decir, que podrían distorsionar la asociación real, y han realizado análisis de sensibilidad para confirmar la consistencia de los hallazgos. Además, se ha incorporado una evaluación del impacto ambiental de la dieta, lo que añade una dimensión interesante en el contexto actual. 

Confirma resultados previos llevados a cabo en diversas cohortes poblacionales sobre los beneficios de una dieta de salud planetaria. Esta dieta se caracteriza por, además de estar basada en alimentos de origen vegetal de calidad, tener en cuenta en su definición los límites de consumo de alimentos que están relacionados con la salud de las personas y la salud de planeta. Los resultados son coherentes con investigaciones previas en distintos países, incluyendo dos estudios llevados a cabo por nuestro grupo de investigación, uno de ellos en España, donde también hemos estudiado cómo se compara esta dieta con la dieta mediterránea a nivel de salud y de impacto medioambiental (ambas comparten características similares en cuanto a estar basada mayormente por un consumo de alimentos vegetales integrales). 

Como todo estudio observacional, este trabajo tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, los participantes del UK Biobank tienden a tener estilos de vida más saludables que la población general, lo que puede limitar la generalización de los resultados. También es importante señalar que la dieta se evaluó en un único momento, sin tener en cuenta posibles cambios a lo largo del tiempo. Además, aunque se ajustaron muchos factores, siempre existe la posibilidad de que haya confusión residual. Aunque evalúan el impacto ambiental por la huella de carbono, también hay otros indicadores. Por último, en el metaanálisis se observó cierta heterogeneidad, especialmente en la mortalidad total, debido a diferencias en cómo se midió la dieta y se calcularon los índices de adherencia. 

Las implicaciones de seguir dietas basadas en alimentos de origen vegetal de calidad sabemos que son importantes para la prevención de enfermedades y que pueden ayudar a reducir la carga de enfermedades crónicas y la mortalidad prematura. Además, con la adopción de este patrón estamos ayudando a la salud planetaria al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de alimentos. 

En España, donde la dieta mediterránea ya forma parte de la cultura alimentaria, la transición hacia este patrón podría ser más sencilla y/o complementaria. De hecho, en nuestro estudio, en población representativa española, vimos que la dieta de salud planetaria tenía beneficios similares a los de la dieta mediterránea, tanto en salud como en sostenibilidad, lo que ayuda a que uno pueda elegir un patrón u otro en función de sus preferencias. Esto ayuda a seguir fomentando políticas alimentarias que integren criterios de salud y medio ambiente que incluyan el consumo de alimentos de origen vegetal, la reducción de carnes rojas y procesadas, ultraprocesados y bebidas azucaradas, y el aumento de legumbres, frutas, verduras, frutos secos y cereales integrales. 

ES