Iván Fernández Vega
Profesor Titular de Anatomía Patológica de la Universidad de Oviedo, director científico del Biobanco del Principado de Asturias (BioPA) y coordinador del hub de Organoides de la plataforma de Biomodelos y Biobancos del ISCIII
Este estudio marca un hito histórico ya que por primera vez un hígado de cerdo genéticamente modificado ha sido trasplantado a un paciente vivo y ha funcionado durante semanas, produciendo bilis, albúmina y factores de coagulación. El procedimiento se realizó en un varón de 71 años con cirrosis por hepatitis B y un hepatocarcinoma muy grande en el lóbulo derecho, sin metástasis conocidas, que fue resecado en la misma cirugía. El xenotrasplante no se planteó como tratamiento oncológico curativo, sino como una estrategia de apoyo para evitar fallo hepático tras la extirpación del tumor, ya que el hígado remanente era insuficiente. En conjunto, el artículo está muy bien documentado, con un seguimiento detallado clínico, inmunológico e histológico, lo que le otorga gran valor científico y de referencia para el campo.
Hasta ahora se habían descrito trasplantes de corazón y riñón porcinos en humanos, así como trasplantes hepáticos en donantes en muerte encefálica. Esta es la primera vez que se demuestra en un paciente vivo que un hígado porcino puede integrarse transitoriamente y realizar funciones metabólicas y sintéticas críticas. El caso muestra que la estrategia más realista es su empleo como terapia puente, dando tiempo a que el hígado nativo se recupere o a que aparezca un donante humano. En un contexto de enorme escasez de órganos el avance tiene un enorme potencial.
Hay varias limitaciones a tener en cuenta. Se trata de un solo caso. El injerto tuvo que retirarse al día 38 por una microangiopatía trombótica asociada al xenotrasplante, complicación grave de la coagulación que refleja los límites actuales de esta estrategia. El paciente finalmente falleció meses después. Además, la inmunosupresión intensa y prolongada utilizada (tacrolimus, sirolimus, micofenolato, corticoides, basiliximab, rituximab) podría favorecer el crecimiento de células tumorales residuales si las hubiera. El trabajo no describe la realización de un estudio post mortem (autopsia), que habría sido muy valioso para confirmar ausencia de recurrencia tumoral, evaluar el estado del hígado nativo, comprender mejor las complicaciones hemorrágicas y estudiar la respuesta inmunológica sistémica. También persisten incógnitas importantes sobre seguridad frente a virus porcinos, duración de la función y aceptación ética y social.