Isabel Sola
Codirectora del grupo de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología
Me parece un premio muy merecido. Reconoce el trabajo de investigación básica de Karikó y Weissman alrededor de 2005, que ha permitido el desarrollo de una nueva clase de vacunas de mRNA que han salvado millones de vidas en la pandemia.
En mi opinión, es un premio a la ciencia básica y a su potencial aplicación para resolver problemas del mundo real. Es un ejemplo de la perseverancia de los investigadores para seguir adelante con su trabajo sobre el mRNA, a pesar de muchas negativas para financiarlo. Aunque antes de 2020 ya hubo algunos intentos de utilizar el mRNA como molécula terapéutica en terapia génica o cáncer, finalmente la pandemia fue la oportunidad de aplicarlo frente a un nuevo virus emergente. El éxito de los resultados lo hemos conocido todos en primera persona.
Otra lectura de este premio, para quienes dudan de las vacunas frente a la covid por su rápido desarrollo, es demostrar que las vacunas de mRNA tienen detrás un largo camino de investigación de más de 20 años.
La suma de ese conocimiento previo conseguido por Kariko y Weissman y la oportunidad de convertirlo en un producto farmacéutico han sido fundamentales para superar lo peor de la pandemia.