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Helen Bedford

Catedrática de Salud Infantil de la UCL

A menudo se dice que, después del agua potable, la vacunación es la intervención más eficaz para proteger la salud de nuestros hijos. Aunque en muchos entornos puede resultar difícil medir con precisión la cobertura vacunal, los investigadores que han publicado los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud han tenido en cuenta esta circunstancia y han aportado pruebas contundentes. Se estima que la vacunación ha evitado unos 154 millones de muertes, en su mayoría de menores de cinco años, en todo el mundo en los últimos 50 años. Sin embargo, no podemos dormirnos en los laureles, ya que este progreso se está estancando en muchos países, incluido el Reino Unido. En el Reino Unido, aunque la vacunación es la norma y la inmensa mayoría de los padres vacunan a sus bebés, lactantes y niños sin dudarlo, en los últimos 12 años se ha producido un descenso pequeño pero gradual del número de padres que lo hacen cada año, con una creciente desigualdad en la cobertura entre los distintos grupos sociales. Esto ha dado lugar a brotes recientes de enfermedades, con el mayor número de casos confirmados de sarampión desde la década de 1990 y la trágica muerte de once bebés por tos ferina en 2024.

Las razones del descenso en la aceptación de las vacunas son numerosas y complejas, pero requieren compromiso y recursos para hacer frente a los retos que plantean el aumento de la desigualdad social, la fácil disponibilidad de información errónea sobre la seguridad y la necesidad de las vacunas y la mejora de la confianza del público en los programas de vacunación. La vacunación sigue siendo una de nuestras herramientas más poderosas para proteger la salud infantil, pero su éxito continuado depende de una inversión sostenida, la equidad y la confianza del público. 

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