Diego Redolar Ripoll
Profesor de Psicobiología y Neurociencia en la facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
La sociedad en la que vivimos se encuentra inmersa en la utilización de las denominadas tecnologías digitales para múltiples ámbitos y entornos. El empleo del teléfono móvil, el ordenador o los dispositivos de vídeo e imagen son acciones que llevamos a cabo en numerosas ocasiones a lo largo de la vida. ¿Este uso de las tecnologías digitales está modificando nuestro cerebro de algún modo y, por ende, nuestras capacidades cognitivas?
Por otro lado, un determinado daño cerebral puede causar déficits cognitivos en una persona, pero en otra no. Este concepto puede aplicarse a cualquier situación clínica siempre que no exista una correspondencia directa entre determinado cambio cerebral y la función cognitiva. El concepto de “reserva cognitiva” surgió para explicar la falta de correspondencia directa entre un grado de lesión cerebral y las manifestaciones clínicas o cognitivas asociadas, es decir, entre tener las lesiones de una enfermedad y desarrollar sus síntomas. La capacidad del cerebro para contrarrestar los efectos nocivos del envejecimiento o la enfermedad se asocia con la exposición a variables ambientales o estilos de vida como los que hemos estado comentando: los entornos cognitivamente estimulantes, el sueño, la actividad física, la reducción del estrés y la socialización, entre otros.
En este contexto, cabría preguntarse si la exposición a lo largo de nuestra vida a las tecnologías digitales podría afectar a nuestra reserva cognitiva y, por lo tanto, disminuir nuestras capacidades cognitivas, o bien la relación iría en el sentido opuesto en el que la tecnología promoviera comportamientos que fomentaran la reserva cognitiva y una mejor cognición.
Para intentar contestar a esta pregunta, los autores de este trabajo analizaron 57 investigaciones llevadas a cabo con una totalidad de 411.430 personas. Repitieron los análisis de su trabajo limitándolo a las investigaciones de mayor calidad metodológica. En ambos análisis encontraron que el utilizar las tecnologías digitales a lo largo de nuestra vida se relaciona con un menor riesgo de deterioro cognitivo. Teniendo en cuenta los resultados de forma global podríamos incluir el uso de las tecnologías digitales como otro de los factores que podrían ayudar a contrarrestar los efectos deletéreos del envejecimiento o incluso de ciertas enfermedades, contribuyendo a un aumento de la mejora cognitiva.
Esto podría tener un gran calado para una sociedad en la que las tecnologías digitales están transformando profundamente la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.