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César Menor Salván

Astrobiólogo y profesor de Bioquímica en la Universidad de Alcalá

Este es un trabajo químicamente elegante, sólido, cuidadosamente elaborado, como es habitual en el grupo de Powner. Una muestra de cómo con buena financiación se pueden hacer buenos trabajos.  

Lo primero que hay que decir es que este trabajo no "resuelve" el problema del origen de la vida en absoluto. Tampoco resuelve el problema del origen del ribosoma o el origen de la síntesis proteica biológica. 

Más bien, abre más preguntas. El trabajo nos muestra una ruta química, no biológica, para conectar aminoácidos a ARN, la molécula clave de la vida. Esta conexión es esencial en la vida tal como la conocemos, pues es lo que inicia la biosíntesis de proteínas en los ribosomas celulares. En el trabajo lo consigue de un modo simple, sin necesidad de la compleja maquinaria enzimática, utilizando la química de los tioles y tioésteres, derivados de azufre, de los aminoácidos.   

Aparentemente esto podría solucionar la paradoja bioquímica en la que se necesitan proteínas y ARN para obtener los peptidil-ARN que dan lugar a nuevas proteínas, lo que crea la cuestión de cómo se inició este ciclo, similar a la clásica paradoja del huevo y la gallina.   

La principal limitación es su implausibilidad geoquímica y prebiótica. A pesar de tratar de conectar la unión de ARN a los aminoácidos con precursores plausibles —como los aminonitrilos — y condiciones ambientales suaves, el proceso es complejo, requiere condiciones cuidadosamente controladas y la concurrencia precisa de algunos reactivos y a unas concentraciones poco probables en un ambiente prebiótico. Por ello, esta ruta, a pesar de su elegancia, en mi opinión es improbable en condiciones naturales.  

Además, el trabajo se enmarca en un marco teórico bien definido: que un ARN complejo tuvo un origen prebiótico directo y que la síntesis peptídica impulsada por el ARN podría haber sido previa a la evolución de la subunidad mayor del ribosoma. Esto es muy discutido actualmente.  

Independiente del marco teórico en el origen de la vida, el resultado es una prueba de concepto que nos muestra que no es necesario un control enzimático y estructural complejo y preciso para formar un aminoacil-ARN, ya que este se forma fácilmente en la misma posición que su equivalente biológico, con un aminoácido activado en forma de tioéster y un ARN de doble hebra. Esto sugiere que, una vez establecidas las estructuras y condiciones básicas, el ciclo de síntesis de péptidos podría arrancar fácilmente.  

Ya se han sugerido otras estrategias en este punto, con un marco teórico similar, por lo que este trabajo no es un gran avance en la comprensión del origen de la vida. Pero aun así es sumamente interesante, no solamente en el aspecto químico, ya que confirma que la unión del mundo de los péptidos y proteínas y el mundo del ARN, necesaria para que arranque la vida, es químicamente posible de modo relativamente simple. 

ES