Anna Cabré
Científica del clima asociada a la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos)
El aire puede sostener más vapor de agua cuando está más caliente. Esto se traduce en un ciclo del agua más intenso (lluvias más intensas, sequías más extremas, etc.) en un mundo más caliente. Las lluvias extremas son especialmente dañinas en lugares con una densidad de población elevada, relieve (montañas) y, sobre todo, en sitios que han sufrido justo antes episodios de sequía (también más frecuentes con el cambio climático), lo cual rebaja la calidad del suelo y su capacidad de absorción, así como en sitios que ya utilizan mucho el suelo para agricultura o en sitios con infraestructura poco preparada para extremos en agua.
Además, en las grandes montañas se están fundiendo los glaciares y cada vez hay menos nieve, ambos hechos cruciales para la estabilidad del cauce en los ríos y algo muy relevante para la vida de muchísimas personas a bajas altitudes también. Este estudio dice que la transición de precipitación sólida (nieve) a líquida (lluvia) esperada a altitudes elevadas viene asociada con un aumento de lluvias extremas más acusado que en el resto del mundo, lo cual tiene lógica, pero ahora se ha cuantificado. Esto es particularmente relevante para la adaptación al cambio climático en zonas montañosas, especialmente en países vulnerables como Nepal que se encuentran cuesta abajo del Himalaya.