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Alejandro Caparrós

Catedrático de Economía de la Universidad de Durham (Reino Unido), profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y autor principal (Lead Author) del capítulo de Cooperación Internacional del AR6 del IPCC

Una COP de transición. La reunión en Dubái ha concluido adoptando el primer balance mundial (global stocktake). El balance recuerda que queda mucho por hacer, aunque también reconoce que se han logrado avances desde la adopción del Acuerdo de París. Si los compromisos adoptados nacionalmente (NDC) se cumplen, lo que está por ver, el mundo camina hacia un calentamiento entre 2,1 y 2,8 ºC, en lugar de los 4 ºC a los que nos encaminaríamos sin estos compromisos. Tras arduas negociaciones, por la mera mención de los combustibles fósiles, el balance también indica que para logras emisiones netas nulas para mediados de siglo el mundo debe hacer una transición que lo aleje de los combustibles fósiles (“transitioning away from fossil fuels in energy systems”). Una obviedad si aceptamos el objetivo de emisiones netas nulas para mediados de siglo.  

El acuerdo solo es relevante en cuanto que implica que el proceso iniciado con el Acuerdo de París sigue vivo y ha superado su primer paso, su primer balance. Esto no es trivial, ya que el proceso iniciado en Kioto se interrumpió cuando llego el momento de renovarlo por primera vez, en Copenhague en 2009. Mientras tanto, las emisiones globales no han dejado de crecer. El mundo necesita compromisos y acciones a corto plazo, ya tenemos suficientes compromisos a largo plazo. En esta área, la COP28 nos ha dejado el compromiso de triplicar la capacidad instalada de energías renovables para 2030 y un modesto aumento de la financiación para los países en desarrollo. 

ES