Warren Tate
Profesor emérito del departamento de Bioquímica de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda)
Sin lugar a dudas, muchas personas han desarrollado una afección grave después de su infección con el SARS-CoV-2. Las cifras son grandes debido a la infección sin precedentes por SARS-CoV-2 en todo el mundo, que ahora se acerca a los 800 millones. El artículo destaca un problema importante a medida que avanzamos para comprender mejor la extensión y los efectos a largo plazo de la mezcla de afecciones clasificadas como covid persistente.
La Organización Mundial de la Salud se movió rápidamente para establecer una definición clínica de casos para lo que se sabía que era un grupo heterogéneo que, al menos, contenía a personas con daño orgánico continuo, y grupos con una afección clásica de fatiga posviral reminiscente del síndrome de encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC). A pesar de esto, fue sorprendente ver que supuestos trabajos de investigación bien documentados presentaban una prevalencia amplia, del 10 al 50 % de las personas con covid, aunque más recientemente ha disminuido en algunas publicaciones por debajo del 10 %, con variantes como las del grupo ómicron causando una menor incidencia.
Por lo tanto, ha habido una necesidad apremiante de una mejor definición con controles precisos y diagnóstico de la condición de covid persistente y, en este sentido, el artículo es un recordatorio oportuno. Es particularmente urgente contar con una definición clara de los fenotipos clínicos. Un artículo muy reciente definió cuatro fenotipos clínicos: un síndrome de fatiga posviral similar al de ME/CFS, un síndrome respiratorio, un síndrome de dolor y una afección neurosensorial en una proporción de aproximadamente 4:2:2:1. Por lo tanto, la necesidad, como se describe en este artículo, de mejores definiciones y controles precisos para que se pueda definir mejor la ayuda dirigida a familias, comunidades y países, es oportuna.
El llamamiento a no desviar fondos valiosos hacia la covid persistente y alejarlos de otras necesidades, aunque tenga validez, ignora el hecho de que durante décadas el grupo colectivo de síndromes posvirales (ME/CFS) ha tenido recursos limitados y ha sido ampliamente ignorado. Este nuevo interés en la covid persistente tiene beneficios para las personas que han estado viviendo con condiciones debilitantes durante muchos años. Pero el principio del artículo es importante en el sentido de que estas personas afectadas pueden tener incluso menos apoyo si el enfoque es totalmente en covid persistente. Sería una tragedia si aquellos afectados se convirtieran en otro subgrupo de los 'millones desaparecidos'.