Víctor Resco de Dios
Profesor de Ingeniería forestal y Cambio global de la Universidad de Lleida
El Informe sobre el Estado del Clima Europeo es otro recordatorio de la gravedad y velocidad con la que está avanzando el cambio climático por el Viejo Continente. Es particularmente destacable cómo, aparte de la información climática, se hace hincapié en la necesidad de medidas de adaptación. En el contexto geopolítico actual, aspirar a una disminución de las concentraciones de CO2 parece una quimera y la adaptación es ahora nuestra principal arma para amortiguar el golpe climático.
Ahora bien, el informe incurre y propaga algunos de los principales malentendidos en relación al cambio climático. Y es que ni las inundaciones ni los incendios son el resultado directo del cambio climático. El cambio climático afecta únicamente al clima y aumenta la probabilidad de eventos climáticos extremos. Sin embargo, fenómenos como las catastróficas inundaciones de Valencia o los megaincendios de Portugal dependen de la interacción entre el clima y la ordenación del territorio. Esta separación no es baladí dado que el cambio climático está aquí para quedarse y, a pesar de eso, podemos hacer mucho para reducir el riesgo de inundaciones y de megaincendios. Es incorrecto responsabilizar únicamente al cambio climático de estos eventos. Además, estamos justificando la inacción de nuestros gobernantes en prevención de catástrofes naturales porque, si fuera exclusivamente por el clima, no se podría hacer nada (por lo menos a corto plazo).
El informe tiene ciertos tintes ideológicos ya que, al hablar de fuentes de energía, se centra en algunas fuentes renovables. El informe realmente debería enfatizar todas las energías libres de emisiones y seguras. Estamos hablando, por ejemplo, de la energía nuclear como fuente de electricidad o de la biomasa como fuente de calor y que, además, contribuye a la prevención de incendios. En un contexto de emergencia climática debemos aprovechar todas las energías bajas en carbono y con escasos impactos socioecológicos.
Por último, la narrativa del informe sigue la habitual retórica catastrofista, bajo la cual cada año batimos un nuevo récord. Debemos entender que esto probablemente no coincida con la percepción del ciudadano de a pie: en España las temperaturas durante 2024 no fueron particularmente elevadas, por lo menos si las comparamos con 2022 o 2023. Si indicamos que las temperaturas europeas han sido de récord, sin matizar que este patrón se debe principalmente a lo ocurrido en el centro de Europa y que no es el caso de España, podemos generar cierta desafección entre los ciudadanos sobre la información climática e incluso cierta incredulidad, dado que el titular no corresponde con la realidad experimentada, y conocida, de nuestro territorio.