Tara Spires-Jones
Directora del Centro para el Descubrimiento de las Ciencias del Cerebro de la Universidad de Edimburgo, jefa de grupo en el Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido y expresidenta de la Asociación Británica de Neurociencia
Este estudio de Livingston y sus compañeros es un excelente análisis actualizado de las investigaciones realizadas en todo el mundo sobre los factores de riesgo de desarrollar demencia. Los datos del artículo añaden pruebas convincentes de la capacidad de prevenir la demencia abordando algunos de los 14 factores de riesgo identificados. Este tipo de investigación no puede vincular de forma concluyente ninguno de estos factores directamente con la demencia, pero contribuye a la creciente evidencia de que un estilo de vida saludable, que incluya mantener el cerebro ocupado a través de la educación, las actividades sociales, el ejercicio y las actividades cognitivamente estimulantes, y evitar cosas como los traumatismos craneoencefálicos y los factores perjudiciales para el corazón y los pulmones, puede aumentar la capacidad de recuperación del cerebro y prevenir la demencia.
En este informe se establecen nuevos vínculos entre la pérdida de visión y el colesterol alto y el riesgo de demencia, lo que concuerda en gran medida con las investigaciones anteriores, que indican que mantener el cerebro activo y evitar los factores de riesgo vascular derivados de un estilo de vida sedentario y una dieta inadecuada es bueno para reducir el riesgo de demencia. Este estudio es importante porque aporta ideas sobre cómo pueden ayudar a reducir el riesgo de demencia tanto las personas como los gobiernos. También ayuda a orientar investigaciones neurocientíficas más fundamentales sobre cómo influyen estos factores en la vulnerabilidad del cerebro a las enfermedades que causan la demencia.
Aunque este excelente estudio estima que hasta la mitad de los casos de demencia podrían prevenirse cambiando los factores de riesgo modificables, es importante que tengamos en cuenta que la otra mitad de las personas con demencia probablemente desarrollaron la enfermedad cerebral por razones inevitables relacionadas con factores que escapan a su control, como la genética.