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Josep Maria Suelves

Investigador del Behavioural Design Lab en el UOC eHealth Center, vocal de la junta directiva de la Sociedad de Salud Pública de Cataluña y de Baleares y vicepresidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

El suicidio es un importante problema social y de salud pública que causa anualmente la pérdida prematura de miles de vidas y el sufrimiento de un número mayor de supervivientes. Algunos grupos de personas, como aquellas que padecen esquizofrenia, depresión o trastornos relacionados con el uso de alcohol y otras drogas están expuestas a un mayor riesgo de desarrollar ideas y comportamientos suicidas. 

Como la mayoría de los problemas de salud, el suicidio no obedece a una única causa ni se debe exclusivamente a factores individuales. La edad, el género, la soledad no deseada, el desempleo o el fácil acceso a medios para llevar a cabo un suicidio son algunos de los determinantes conocidos de la conducta suicida. También hay datos que muestran que las personas que padecen ciertas enfermedades crónicas tienen un mayor riesgo de morir por suicidio.  

En el estudio que acaba de publicar JAMA Neurology se investigó la asociación entre diferentes formas de cefalea (dolor de cabeza) y la conducta suicida. Para ello, los autores llevaron a cabo un estudio de casos y controles investigando un amplio registro poblacional para comparar la incidencia de suicidios mortales y no mortales entre 119.486 personas a quienes se había diagnosticado una cefalea y 597.430 controles emparejados con características similares en cuanto a edad, sexo y otras variables sociodemográficas. Durante los 15 años posteriores al diagnóstico, se observó una mayor incidencia de suicidios no mortales y suicidios mortales entre las personas con cefalea. Se obtuvieron también resultados que parecen indicar que la incidencia de conductas suicidas mortales y no mortales habría sido mayor en los casos de cefalea más severa –como las cefaleas autonómicas del trigémino o las posteriores a un traumatismo– pero no se observaron diferencias en la intensidad de la asociación entre cefalea y suicido según la edad, las condiciones sociales o el sexo.  

Los resultados de este trabajo son particularmente robustos por el elevado número de casos estudiado y muestran un mayor riesgo de suicidio entre quienes padecen un trastorno crónico como el dolor de cabeza, que afecta negativamente la calidad de vida. De acuerdo con esos resultados, y tal como concluye el estudio, es razonable pensar que un tratamiento temprano y adecuado de las cefaleas y otras enfermedades crónicas podría contribuir a reducir la mortalidad por suicidio, y que convendría incluir la evaluación del riesgo de suicidio y el apoyo conductual en el seguimiento de las personas que padecen este tipo de trastornos.

ES