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Josep Maria Suelves

Investigador del Behavioural Design Lab en el UOC eHealth Center, vocal de la junta directiva de la Sociedad de Salud Pública de Cataluña y de Baleares y vicepresidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

Los cigarrillos electrónicos, también conocidos como vapers, son dispositivos dotados de una resistencia eléctrica que calienta un líquido que contiene propilenglicol, glicerina, aditivos y frecuentemente nicotina, para generar un aerosol que se inhala como el humo de un cigarrillo. El mercado mundial de estos dispositivos, comercializados como productos de consumo, ha experimentado un rápido crecimiento durante la última década y superó los 20.000 millones de euros en 2022. 

El trabajo que acaba de publicarse en el New England Journal of Medicine muestra los resultados de un ensayo clínico en el que se compararon las tasas de abandono del tabaco y de otros productos con nicotina en un grupo de 1.246 fumadores de cinco cigarrillos diarios o más, que fueron asignados aleatoriamente a dos grupos. Los sujetos del grupo control recibieron un tratamiento conductual a lo largo de un periodo de ocho semanas que incluía información sobre el uso de diferentes fármacos para dejar de fumar, mientras que al grupo de intervención se le proporcionaron además gratuitamente cigarrillos electrónicos y líquidos para ser utilizados por un periodo de seis meses. Transcurrido este tiempo, la proporción de sujetos que se mantuvieron sin fumar en el grupo de intervención fue significativamente superior al observado en el grupo control. Sin embargo, la proporción de participantes que, al finalizar el periodo de seguimiento, llevaban al menos una semana sin utilizar ningún producto con nicotina (en forma de tabaco, cigarrillos electrónicos o medicamentos) fue mayor en el grupo control que en el grupo experimental. 

Los resultados de este estudio se suman a los de otras investigaciones que, bajo las condiciones de un ensayo clínico, sugieren que los cigarrillos electrónicos podrían mejorar los resultados de un tratamiento convencional para dejar de fumar. Una elevada proporción de los fumadores que dejan el tabaco continúan utilizando habitualmente cigarrillos electrónicos con nicotina después de seis meses, a diferencia de lo que sucede habitualmente en la terapia con medicamentos que contienen nicotina, donde el tratamiento farmacológico se retira antes de alcanzar ese tiempo. De este modo, la ayuda potencial de los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar contrasta con los riesgos de su uso continuado en términos de potenciales recaídas o de los efectos perjudiciales a largo plazo de la nicotina y otros componentes tóxicos de los aerosoles emitidos por esos dispositivos. Además, incluso en el caso de los medicamentos para dejar de fumar es difícil que los beneficios que se obtienen bajo las exigentes condiciones de un ensayo clínico se observen también en condiciones de la vida real, en las que muchos fumadores presentan situaciones clínicas más complejas y no pueden acceder a un intenso apoyo profesional. 

Las circunstancias en las que se ponen al acceso de la población los cigarrillos electrónicos en nuestro medio, donde grandes multinacionales tabacaleras participan en la promoción y comercialización de algunos de los productos de mayor éxito, han favorecido también el uso de estos dispositivos entre jóvenes y adolescentes, exponiéndoles a un mayor riesgo de desarrollar una adicción a la nicotina, favorecer la progresión hacia el uso de productos del tabaco convencionales y perjudicar de ese modo los avances que son necesarios para reducir la enorme carga de enfermedad y mortalidad que ocasiona el tabaco en todo el mundo. 

ES