Stephen O'Rahilly
Profesor de Bioquímica Clínica y Medicina y director del Instituto Wellcome-MRC de Ciencia Metabólica-Laboratorios de Investigación Metabólica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)
Los estudios como este deben interpretarse con mucha cautela, ya que las personas estudiadas no han sido asignadas aleatoriamente al tratamiento con agonistas del receptor GLP-1, por lo que cualquier diferencia entre quienes toman y no toman esta clase de medicamentos podría ser atribuible a factores distintos al fármaco. Además, dado que los datos provienen de la Administración de Veteranos [de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos], están fuertemente sesgados hacia hombres mayores y blancos.
Con esto dicho, el estudio proporciona una útil tranquilidad sobre la seguridad de esta clase de medicamentos. Los beneficios esperados en enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades cardíacas y renales son claramente evidentes. También hay una reducción tranquilizadora en la incidencia de varios tipos de cáncer, incluido el cáncer de páncreas. Es importante destacar que, dado que ha habido discusiones en los medios sobre posibles efectos adversos de estos medicamentos en la salud mental, el grupo que tomó el fármaco mostró una menor incidencia de esquizofrenia, trastornos por consumo de alcohol y drogas, y menos ideación suicida. En cuanto a otros trastornos que afectan al cerebro, se observó una pequeña pero estadísticamente significativa reducción del riesgo de convulsiones y demencia en quienes tomaban GLP1RAs.
En cuanto a la lista de condiciones y/o síntomas que se reportan como aumentados por los agonistas del receptor GLP-1, como era de esperarse, los problemas gastrointestinales de diversos tipos son los efectos adversos más comunes. El pequeño pero significativo aumento de personas con presión arterial baja y cálculos renales probablemente se deba al hecho de que una combinación de diarrea y menor ingesta oral puede llevar a algunas personas a presentar cierto grado de deshidratación. El hallazgo más sorprendente es el aumento en una variedad de síntomas relacionados con el dolor articular. Es posible que el aumento de la actividad física, permitido por la pérdida sustancial de peso, pueda dar lugar a la aparición de síntomas articulares que antes estaban enmascarados por la inactividad. Por otro lado, el hecho de que los receptores de GLP-1 estén presentes en ciertos subconjuntos de células inmunes implica que, hasta que tengamos un conocimiento más profundo, los efectos de estos medicamentos en las respuestas inflamatorias son algo impredecibles. Mientras que algunos trastornos inflamatorios pueden mejorar con estos medicamentos, otros podrían, posiblemente, empeorar. Se necesita más investigación.
En general, los resultados de este estudio, que siguió a más de 200.000 personas con diabetes tratadas con GLP1RAs y las comparó con más de 1,5 millones de personas bajo otros tratamientos para la diabetes, son tranquilizadores en cuanto a la relación riesgo/beneficio del uso a largo plazo de GLP1RAs en personas con diabetes. Se espera con interés futuros estudios sobre personas tratadas con estos medicamentos para la obesidad, sin acompañamiento de diabetes.