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Stephen Burgess

Estadístico de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)

La mayoría de los experimentos científicos tienen algún elemento de incertidumbre. Esto puede deberse a incertidumbre en el muestreo —quizá solo tenemos un número reducido de observaciones— o puede tratarse de errores de medición —quizá nuestras mediciones tienen ruido. Si tomamos 5 hombres y 5 mujeres al azar en la calle, a veces encontraremos que los hombres son, en promedio, más altos que las mujeres, pero ocasionalmente encontraremos que las mujeres son más altas en promedio que los hombres. Si queremos concluir que los hombres suelen ser más altos que las mujeres, necesitamos recopilar suficientes datos para tener confianza en que las diferencias que observamos son reales y no solo fluctuaciones aleatorias. Cuantos más datos recopilemos, mayor será nuestra certeza. 

“Tres sigma” es un umbral que indica que las diferencias observadas en el experimento son lo suficientemente notables como para excluir la posibilidad de que se deban al azar, salvo en casos raros —equivalente en rareza a lanzar una moneda 10 veces y obtener el mismo resultado todas las veces. “Cinco sigma” es un umbral más estricto —equivale a lanzar una moneda 20 veces seguidas y obtener el mismo resultado cada vez. Sigue siendo posible que simplemente hayamos tenido suerte, y cuantos más datos observamos, mayor es la probabilidad de hacer una observación que sea solo fruto del azar. Pero una observación a cinco sigma es algo que solo surgiría por azar en casos excepcionalmente raros, por lo que podemos tener mucha confianza en que no se trata de un hallazgo fortuito. 

Una cuestión aparte de la incertidumbre es el sesgo: es posible que haya algún defecto en el experimento. Esto no es algo que se pueda descartar mediante estadística. Por tanto, un hallazgo de “cinco sigma” es excepcionalmente improbable que ocurra solo por azar: o es un resultado verdadero, o hay un error experimental.

ES