Stefan Schlatt
Director del Centro de Medicina Reproductiva y Andrología, Hospital Universitario de Münster (UKM), Alemania
No hay motivo de preocupación, pero sí motivo de asombro. Sabemos desde hace muchos años que las células inyectadas en blastocistos pueden reparar un organismo. Ahora esto ha sido confirmado por defectos orgánicos producidos experimentalmente. No es sorprendente que esto también se aplique al cerebro. Sin embargo, es bastante sorprendente que las células neuronales sean extremadamente plásticas y apoyen la organogénesis a través de los límites de las especies, incluido el cerebro. Aquí necesitamos revisar nuestra comprensión de la genética y los límites de las especies a favor de una mayor importancia de la plasticidad celular en la formación de órganos.
Las quimeras nos permiten estudiar la interacción de diferentes células a través de marcadores. Esto es extremadamente útil para describir los procesos de desarrollo en la formación de órganos. En estos estudios xenológicos sobre el cerebro, queda claro que las células neuronales también pueden corresponderse entre sí a través de los límites de las especies y formar redes funcionales. El hecho de que adapten su programa de reparación según las condiciones (células enfermas pero presentes, células eliminadas) era desconocido anteriormente. En este sentido, estos estudios proporcionarán hallazgos importantes para enfoques terapéuticos. Si solo se utilizarán los hallazgos o incluso las células para este fin, no se puede estimar en la actualidad.
En principio, tales experimentos también son posibles entre otras especies. Sin embargo, ya sabemos por otros sistemas de órganos que los procesos regenerativos no son intercambiables arbitrariamente. Por ejemplo, las células madre testiculares de las ratas pueden generar esperma en los testículos de los ratones, pero las células madre de primates no pueden. Aunque se instalan, no se diferencian y permanecen como células madre en el testículo del ratón. Será emocionante estudiar los diferentes sistemas de órganos y aprender qué procesos están más conservados y permiten la comunicación e interacción entre especies.
Por razones éticas, parece que aquí se requiere precaución. Si bien la complementación de blastocistos abre un campo muy interesante para la investigación básica, la generación de reemplazos de órganos para aplicaciones clínicas no es un escenario realista. Todavía parece haber muy poco conocimiento sobre los efectos específicos de especies y órganos para poder evaluar los riesgos. Al igual que con la clonación, aquí debería haber una moratoria reconocida internacionalmente.