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Sara Benedé Pérez

Profesora de Inmunoalergia de la Universidad Complutense de Madrid

Se trata de un estudio con un tamaño de muestra importante en el que se observa una relación entre la exposición a animales de compañía durante la infancia y el riesgo de incidencia de alergias alimentarias hasta los tres años. Los resultados de este trabajo apoyan investigaciones previas que indican que determinadas exposiciones ambientales, como el hecho de que los niños crezcan con un hermano mayor o en un entorno agrícola durante los primeros años de vida, se asocian a una mayor diversidad bacteriana y a un menor riesgo de sensibilización alérgica. Es lo que se conoce como hipótesis de la higiene. 

Sin embargo, se trata de un estudio retrospectivo, es decir, que se han utilizado datos ya existentes para comparar entre dos grupos, alérgicos y no alérgicos. Los propios autores reconocen las limitaciones de este tipo de estudios a la hora de establecer una relación causa-efecto ya que hay otros factores no controlados que podrían influir en los resultados, como por ejemplo la predisposición genética a padecer algún tipo de afección alérgica o determinados factores ambientales. Además, en este trabajo observan que la asociación entre la exposición a los animales de compañía y las alergias alimentarias difiere según la especie de animal y el alimento causante, por lo que hubiera sido interesante ver la influencia de la introducción de los alimentos alergénicos en la dieta del bebé o la exposición a estos durante los primeros meses de vida. 

En todo caso, el estudio plantea una cuestión interesante que necesita seguir siendo investigada y abre la vía para diseñar estudios de investigación controlados aleatorios que asignen prospectivamente la exposición a mascotas o para planificar investigaciones básicas que permitan dilucidar el mecanismo inmunológico que hay detrás de esta observación. 

ES