Salvador Peiró
Epidemiólogo, investigador en el Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología de la Fundación para el fomento de la investigación sanitaria y biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO) y director de Gaceta Sanitaria, revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS)
La decisión de la Comisión de Salud Pública es razonable en el contexto actual en España, con una proporción muy alta de personas con pauta completa, de personas con dosis de recuerdo (particularmente alta en las personas de más edad que son las que mas casos graves producen) y, también, de personas que han pasado la infección. Este último aspecto tiene relevancia porque los no vacunados han causado un volumen desproporcionado de casos graves y, previsiblemente, en su mayor parte habrán pasado la infección y será difícil que repitan esa mitad de ocupación de la UCI Covid.
Aunque son previsibles repuntes o dientes de sierra en la transmisión y, por descontado, nuevas variantes, la población tiene una importante protección contra enfermedad grave que, al menos en teoría, puede permitir manejar la covid-19 de forma similar a otras infecciones de vías respiratorias altas en las que el diagnóstico etiológico (pruebas) y el aislamiento son inusuales.
Más incierto es cómo se va a operativizar que los repuntes afecten lo menos posible a algunas poblaciones vulnerables. Cuando la transmisión es alta (y aún estamos en un momento de alta transmisión, aunque la actual estrategia de pruebas no permita cuantificarlo con exactitud) es difícil evitar que alcance a las residencias de mayores (que ahora cumplirán seis meses desde las dosis de refuerzo) y a los grupos vulnerables. Si se incrementa la transmisión en estos grupos vulnerables, y pese a que la proporción de casos graves sea mucho menor ahora que antes de ómicron y de las terceras dosis, causarán hospitalizaciones y fallecimientos.
Tampoco se han articulado todavía (han quedado pospuestas para el año próximo) las medidas de vigilancia epidemiológica que deben sustituir a las actuales, o medidas alternativas que adviertan de repuntes en las poblaciones vulnerables con antelación a los —más tardíos— indicadores de hospitalización.
En resumen, una decisión razonable, aun con alguna incertidumbre sobre su impacto, y que debería ir acompañada de otras medidas para anticipar posibles repuntes, especialmente los que afecten a los grupos de población de mayor riesgo de desarrollar covid grave.