Rosa Porcel
Subdirectora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica
El glifosato es uno de los herbicidas más utilizados en España y en el mundo para la agricultura, silvicultura o como tratamiento de infraestructuras ferroviarias o carreteras, así como para el cuidado de viales, parques y jardines en zonas urbanas. El motivo es sencillo: es barato por estar libre de patente y, sobre todo, es el más efectivo y seguro por afectar a rutas bioquímicas específicas de plantas que no están presentes en animales.
A día de hoy, hay más de 800 estudios e informes de organismos oficiales y agencias de seguridad de todo el mundo, además de la EFSA y la OMS/FAO, que concluyen que es poco probable que el glifosato sea carcinogénico para los humanos. Recordemos que en 2015 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), perteneciente a la OMS, calificó el glifosato dentro del grupo 2A. Esto quiere decir que es “probablemente carcinógeno para el ser humano”, igual que profesiones como ser peluquero, tener turno de noche o consumir carne roja, y nada de esto se ha prohibido. La decisión inicial de la IARC estuvo rodeada de sombras desde el principio, ya que se descubrió que la agencia había omitido información clave en su informe, que no llegó a ver la luz, y que respaldaba la seguridad del producto. También se puso en duda la metodología utilizada por la IARC junto con posibles conflictos de interés del panel evaluador. Detrás de la campaña contra el glifosato está su relación con las plantas transgénicas RR, resistentes al glifosato, que ha sido uno de los que más éxito ha tenido y que sigue siendo el más utilizado en la actualidad. Estas plantas no se cultivan en Europa, pero sí que se importan. El uso del glifosato permite la siembra directa, con el consiguiente ahorro de insumos, combustible y menor impacto sobre el suelo por evitar el arado.
En definitiva, es una buena noticia para nuestros agricultores porque hasta la fecha no disponemos de otro producto que sea tan efectivo y seguro. Como cualquier otro compuesto químico, ha de ser manipulado y utilizado respetando las indicaciones y la normativa que lo regule. Disponemos de agencias y organismos independientes que velan por nuestra seguridad y la de otros seres vivos y el medio ambiente. Hay que recordar que muchos de los ayuntamientos que pusieron trabas a su uso han vuelto a utilizarlo por la falta de alternativas efectivas.