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Rosa del Campo

Investigadora en el Hospital Ramón y Cajal y miembro del Grupo Especializado para el Estudio de la Microbiota Humana de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC-GEMBIOTA)

Estos trabajos aportan la confirmación de una hipótesis ya existente y que otros autores habían explorado anteriormente, como es la posibilidad de que las personas con problemas de depresión tuvieran una microbiota diferente. Ambos estudios se han publicado en una revista de alto impacto y ello es debido al alto número de casos que se han incluido. Esto es lo más importante que aportan estos estudios. La metodología es la habitual que se usa para estudiar las diferencias en la composición de la microbiota intestinal.  

La implicación que tienen estos trabajos es que debemos añadir la microbiota intestinal como un factor más en la causa de la depresión. Se sugiere que es una causa orgánica relacionada con la producción/degradación de neurotransmisores por parte de las bacterias del tracto intestinal. A pesar de que estas teorías ya existen desde hace tiempo, por el momento no se ha incorporado el estudio de la microbiota dentro de la práctica clínica, también porque las herramientas que tenemos para modularla son escasas. Por el momento no podemos utilizar antibióticos por la alta presión de resistencia, los probióticos tienen una utilidad dudosa y el trasplante fecal no está autorizado para este tipo de patologías.  

El mayor problema de estos trabajos es que se basan en la composición de la microbiota. A través de los datos que han obtenido se infiere la producción/degradación de neurotransmisores, pero no se ha determinado la concentración de dichos neurotransmisores en heces o en suero, lo que sería fundamental para demostrarlo. Todos estos estudios se basan en el ADN de las heces para conocer la composición de las bacterias y a partir de ese dato se infiere la funcionalidad de esas bacterias, pero es necesario conocer el metaboloma final. 

ES