Roberto Barrella
Investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas
Se trata de un estudio con buena calidad científica y elevado potencial para servir como referencia en el ámbito internacional sobre el impacto de la crisis energética global derivado del conflicto entre Rusia y Ucrania. Las bases de datos utilizadas para el análisis —Global Consumption Database (World Bank, 2022) y The Global Trade Analysis Project (GTAP) Data Base— contienen información relevante y solida del punto de vista estadístico.
Una de las conclusiones más interesante es la comparación de la distribución de la carga energética entre países de alta y baja renta: la desigualdad energética (en término de gasto desproporcionado en proporción con los ingresos) es más acuciante en países desarrollados, es decir, los hogares más pobres tienen un porcentaje de gastos en ingresos mucho mayor que los hogares con renta elevada. Este resultado está en línea con las conclusiones del informe anual de pobreza energética de la Cátedra de Energía y Pobreza sobre el gasto desproporcionado de los hogares españoles: el informe español señala una carga energética mayor (en relación con sus ingresos) en los hogares de los deciles de renta más bajos. Por otro lado, el estudio de la Cátedra destaca que muchos de estos hogares de baja renta tienden a reducir sus gastos energéticos muy por debajo de sus necesidades, encontrándose así en una situación de pobreza energética oculta.
Desde otra perspectiva, en ambos extremos de la clasificación económica de los países del estudio internacional se aprecia un peso mucho más elevado de la carga indirecta o secundaria, es decir, de los bienes y servicios que no sean combustibles primarios (la electricidad se incluye en estos bienes). En esta línea, Cruz Roja ha lanzado un estudio en España para analizar el impacto de la crisis inflacionaria en las economías de los hogares vulnerables, en particular en la pobreza energética.
Otro dato del estudio publicado en Nature Energy que se alinea con la evidencia española es el que recalca cómo esta crisis está exacerbando a nivel global la pobreza energética (entre el 2,4 % y el 7,9 % más de la población mundial) y la pobreza extrema (entre el 1,2 % y el 2,1 % más de la población mundial).
Una limitación potencial de este estudio es el hecho que el escenario base precrisis se haya fijado con los precios medios en 2021. En muchos países (entre ellos, España) los precios de la energía empezaron a subir desde mediados de 2021 impulsados por la recuperación económica postpandemia y tensiones en los mercados mundiales. Entonces, el estudio puede haber infraestimado el aumento relativo de los precios de la energía, es decir la elección de los autores puede haber reducido el impacto calculado de la crisis energética.
Este estudio cuantitativo puede mejorar la información que tenemos sobre el impacto de la crisis energética en las economías de los hogares a nivel mundial y ayudar a corregir tanto la respuesta a corto plazo en contextos de emergencia como la planificación estratégica a medio-largo plazo.
Por otro lado, los autores del estudio de Nature Energy concluyen que los aumentos del coste de la vida experimentados por los hogares de todo el mundo reflejan la limitada capacidad de los agentes económicos para adoptar nuevas tecnologías y cambiar a otros combustibles a corto plazo. Además, el estudio permite arrojar luz sobre los múltiples impactos de las políticas coyunturales que han implementado los gobiernos de varios países: este artículo destaca que, en el corto plazo, han paliado las consecuencias socio-económicas negativas de esta crisis, pero los efectos secundarios de estas medidas podrían empeorar nuestra dependencia del carbono, ralentizar la transición energética y retrasar aún más los esfuerzos de mitigación del cambio climático a escala mundial, que ya son insuficientes.