Reacción a "El ciclo menstrual depende de un ‘reloj’ interno"
Francisco Domínguez
Investigador principal en IVIRMA Global Research Alliance, Fundación IVI (Instituto Valenciano de Fertilidad) e Instituto de Investigación Sanitaria La Fe
Roberto González-Martín
Investigador posdoctoral en IVIRMA Global Research Alliance, Fundación IVI (Instituto Valenciano de Fertilidad) e Instituto de Investigación Sanitaria La Fe
El estudio de Ecochard et al. publicado en Science Advances muestra una gran calidad metodológica, ya que cuenta con una gran cantidad de casos registrados (más de 3.000 mujeres proporcionando en conjunto datos de más de 30.000 ciclos menstruales). Además, los autores aplican técnicas estadísticas específicas para el análisis de patrones en cronobiología.
Sin embargo, el estudio queda limitado a participantes residentes en Europa y Norteamérica y la mayor parte de los datos fue recogida antes del año 2000. En primer lugar, sería oportuno realizar el análisis con participantes de, si no todos los continentes, ambos hemisferios y distintas latitudes. Estas diferencias geográficas, así como las distintas estaciones, podrían aportar información interesante sobre otros mecanismos externos que podrían estar interfiriendo en el proceso, más allá de las fases lunares. Además, como los autores indican, en las últimas décadas se ha incrementado la contaminación lumínica con la mayor iluminación nocturna y mayor uso de pantallas y dispositivos iluminados. Por lo tanto, sería interesante recopilar también datos relativos a la exposición lumínica de las participantes, entre otras variables de estilo de vida.
Durante los tratamientos de estimulación ovárica habituales se administran sustancias para controlar farmacológicamente el funcionamiento de los ovarios de forma independiente al control interno del proceso, por lo que este control no tendría un impacto directo sobre la práctica clínica. Sin embargo, de descubrirse algún mediador (por ejemplo, la melatonina o la luminoterapia) que interviniera en el funcionamiento del ovario, podrían tener utilidad para mejorar la respuesta del ovario, por ejemplo, en tratamientos en los que se aplican bajas dosis de hormonas.
Aun así, se trata de un campo emergente y falta todavía mucho trabajo para confirmar los resultados y describir los mecanismos moleculares implicados. Una vez se haya obtenido este conocimiento, será el momento de probar la efectividad de distintas estrategias que permitan aprovechar el control del ritmo del ciclo menstrual para mejorar los resultados de los tratamientos de fertilidad.