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Laura Alejandra Rico-Uribe

Investigadora de la facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR)

Desafortunadamente, las cifras van en línea de investigaciones previas que encuentran un incremento en las conductas suicidas. El estudio de Gracia y colaboradores (2021) compara cifras sobre intentos de suicidio durante el periodo de pandemia (marzo 2020 - marzo 2021) y 12 meses antes de la pandemia (marzo 2019 - marzo 2020), y observan un crecimiento del 25 % en adolescentes. Los autores concluyen que los efectos de la pandemia combinados con niveles altos de aislamiento social y soledad pueden tener una relación con este aumento.   

Desde mi punto de vista, una de las principales limitaciones a las que nos estamos enfrentando es que aún no terminamos de ver los efectos de este momento histórico ya que seguimos en un estado de pospandemia el cual continúa teniendo graves repercusiones tanto en la conducta suicida como en el resto de patologías de la salud mental y aspectos sociales (soledad). 

Se concluye algo que ya veníamos observando desde hace décadas. La urgencia de acciones frente al suicidio no es algo nuevo. Hoy en día se pone el foco de atención sobre el suicidio ya que desafortunadamente ha ido a más debido a la pandemia. Las actuaciones tanto a nivel de intervención como de prevención son precarias. La Organización Mundial de la Salud advierte sobre la falta de iniciativas por parte de muchos países occidentales, entre ellos España, en medidas efectivas para hacer frente al suicidio. Por desgracia, España hoy en día no cuenta con una legislación que proporcione pautas de actuaciones para la prevención del suicidio. 

Urgen recursos y políticas de corte nacional para investigar, prevenir y tratar la conducta suicida a diferentes niveles de edad.

ES