Pere Puigdomènech
Profesor de investigación emérito el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG) y presidente del Comitè per a la Integritat de la recerca a Catalunya (CIR-CAT)
La revisión es interesante. Integra diferentes aspectos de una cuestión que es compleja. Se mezclan temas agronómicos con regulatorios o de patentes que deberían separarse. Esta complejidad se demuestra en que las conclusiones son muy generales y no creo que acabe aportando mucho a un debate ya de por sí difícil.
La revisión encaja con la evidencia existente. De hecho, se basa en esta. Los aspectos más discutibles son que algunos de los análisis, como por ejemplo los efectos de la deforestación, no son consecuencia directa de que las variedades sean modificadas genéticamente (GM). De hecho, también se dan en cultivos en los que no hay variedades GM como el arroz o el trigo.
El debate es cómo producimos suficientes alimentos para una población creciente y con grandes bolsas de malnutrición en un entorno que debe reducir el uso de agua, de suelo y tener menor impacto sobre el medio ambiente. Las modificaciones genéticas en términos generales son una herramienta indispensable para encontrar soluciones a estas preguntas esenciales. En cada caso se debe tratar de encontrar la mejor solución y esto no es fácil, sobre todo si se produce un debate polarizado.