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Nuria Navarro Andrés

Profesora Titular y coordinadora del Grupo de Investigación en Zonas Costeras y Marinas (ZOCOMAR) del departamento de Biología y Geología, Física y Química Inorgánica de la Universidad Rey Juan Carlos

El Tratado de los Océanos o Tratado BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction) comenzó a discutirse en Naciones Unidas en 2006, para garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales. Tras un proceso de más de 16 años de negociaciones sin conseguir un acuerdo, parece que hoy, por fin, se ha conseguido pactar el tratado. 

Los océanos producen más de la mitad del oxígeno que respiramos, absorben gran parte del CO2 producido por la actividad humana (limitando así el calentamiento global), alimentan a gran parte de la humanidad y albergan la mayor parte de la biodiversidad del planeta. A pesar de ello, los océanos están muy amenazados por el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de sus recursos, y menos del 3 % están protegidos. 

Este tratado para las aguas internacionales plantea crear una red mundial de Áreas Marinas Protegidas que cubran el 30 % del océano global para el año 2030 (objetivo 30x30) y que sean representativas de los principales ecosistemas. Esto permitiría proteger hábitats y especies, revertir la pérdida de biodiversidad y mantener los servicios ecosistémicos. 

El principal escollo para alcanzar un consenso, tanto ahora como en pasadas ocasiones, han sido los recursos genéticos marinos, debido a como distribuir de forma justa y equitativa los beneficios futuros de su comercialización entre todos los Estados. A falta de leer el texto definitivo, parece que el acuerdo es algo ambiguo a este respecto, y todavía no se conocen los mecanismos propuestos para conseguirlo. 

Aun cuando el tratado es mejorable y todavía falta la ratificación por parte de todos los países, no cabe duda de que hoy se ha dado un paso muy importante para proteger a los océanos y garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina. La vida en la Tierra depende del buen estado de los océanos, y debemos dejar ese legado a nuestros hijos e hijas. 

ES