Autor/es reacciones

Núria Bonada

Catedrática de Ecología de la Universidad de Barcelona

Los efectos del cambio climático están modificando de manera significativa los patrones hidrológicos a nivel global, provocando alteraciones en la disponibilidad y la calidad del agua en ríos y lagos. Actualmente, alrededor del 60 % de la red fluvial mundial experimenta periodos de sequía en algún momento del año y las proyecciones indican que esta cifra aumentará, acompañada de una tendencia hacia sequías más prolongadas y extremas en muchas regiones del planeta. 

Numerosos ríos y lagos de gran magnitud están experimentando un aumento de la temperatura y descensos significativos en sus niveles de agua e incluso episodios de secado parcial o total. La cuenca del río Amazonas, hasta ahora poco monitorizada, constituye un ejemplo especialmente preocupante debido a su alta biodiversidad y a las numerosas funciones ecológicas y servicios ecosistémicos que proporciona. En el artículo publicado por Fleischmann y colegas (2025), se documenta cómo una ola de calor y una sequía sin precedentes en 2023 transformaron los lagos de la Amazonía central en cuencas someras y extremadamente calientes, con temperaturas del agua que superaron los 40 °C en algunos casos y niveles que cayeron a mínimos históricos. 

La disminución de los niveles de agua y el aumento de la temperatura en ríos y lagos provocan la pérdida de hábitats y la mortalidad de especies acuáticas, pudiendo llegar, en algunos casos, a su extinción, lo que compromete la integridad ecológica de estos ecosistemas. Ante este escenario, resulta urgente implementar medidas de conservación y gestión adaptativa, orientadas a preservar la biodiversidad, las funciones ecológicas y los servicios ecosistémicos, con el fin de mitigar los impactos de las sequías prolongadas en estos hábitats críticos.

ES