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Raquel Nunes

Catedrática adjunta de Salud y Medio Ambiente de la facultad de Medicina de la Universidad de Warwick (Reino Unido)

Las conclusiones de este estudio tienen graves implicaciones para la salud pública. A medida que el cambio climático provoque más episodios de calor extremo, se prevé que aumente el número de muertes relacionadas con el calor, lo que supondrá una presión adicional para los sistemas sanitarios. Los grupos vulnerables, como los adultos mayores, las personas con enfermedades crónicas y las comunidades con bajos ingresos, serán los más expuestos. Sin fuertes medidas de adaptación, los sistemas de salud pública podrían tener dificultades para hacer frente al aumento de la demanda de servicios de urgencias e ingresos hospitalarios. 

Para proteger la salud pública, los gobiernos y los responsables políticos deben invertir en sistemas de alerta temprana, campañas de educación pública y mejoras de las infraestructuras para ayudar a las personas a mantenerse frescas y seguras. Los profesionales de la salud también deben recibir formación para reconocer y responder a las enfermedades relacionadas con el calor. Además, las políticas sociales de apoyo a las poblaciones vulnerables, como el acceso a centros de refrigeración y asistencia sanitaria asequible, serán esenciales para reducir el impacto de las temperaturas extremas. 

Este estudio pone de relieve la urgente necesidad de una respuesta coordinada de la salud pública al cambio climático, centrada en la prevención, la preparación y la adaptación para reducir los futuros riesgos para la salud. Una proporción significativa de las enfermedades y muertes actuales y futuras relacionadas con el calor son evitables. Lo esencial ahora es el desarrollo y la aplicación de políticas y acciones dirigidas a minimizar tanto la morbilidad como la mortalidad.

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