María Martinón-Torres
Directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana
El trabajo de Svante Pääbo, además de haber supuesto una revolución metodológica, ha proporcionado datos desconocidos sobre nuestra interacción con otras especies humanas en el pasado, promoviendo una reflexión crítica y necesaria sobre cómo nos relacionamos los seres humanos en la actualidad. Es una investigación literalmente en la frontera del conocimiento, ya que ha permitido aplicar conocimientos, como la genética, y conceptos, como la hibridación, que no eran habituales en el campo de la paleontología. En nuestro campo su contribución ha supuesto un cambio de paradigma, promoviendo la investigación molecular del pasado, una línea que sigue avanzando y ganando protagonismo. El análisis del ADN antiguo, cuyas bases él sentó, ha dado paso ahora al campo emergente de la paleoproteómica, o estudio de las proteínas antiguas, que promoverá otro antes y después, similar al que supuso la paleogenética.
Celebro que el Nobel se dé en un ámbito de investigación, el estudio del pasado, en el que nuestro país es líder mundial; y deseo que eso se traduzca en una atención y apoyo todavía mayor a la investigación que desde nuestro país se hace en este campo. Se pone así acento en la importancia de estudiar nuestros orígenes y se echa abajo la diferenciación entre ciencias aplicadas y ciencias básicas, y que estas tengan menos peso en el avance del conocimiento.