Nicolás Mendoza Ladrón de Guevara
Catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Granada, presidente de la Fundación Española para el Estudio de la Menopausia (FEEM) y miembro de la Junta de la European Menopause & Andropause Society (EMAS)
Estos artículos están escritos en una revista de alto impacto por líderes de opinión y visibilizan muchas cuestiones relacionadas con la menopausia, la mayoría de ellas, con una visión positiva. Resumiéndola en un párrafo: que la menopausia es un estado transitorio en la vida de las mujeres que principia el envejecimiento y que se acompaña mayoritariamente de síntomas leves que no necesitan tratarse. Sin embargo, un porcentaje de las mujeres sufren esta transición con síntomas graves, persistentes y sus consecuencias a largo plazo pueden originar algunos trastornos médicos (enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, etc.). Otro porcentaje menor de mujeres tendrá la menopausia ‘temprana’ como definen sus autoras (antes de los 45 años) y en estos casos hay que darles atención médica. Cuando ocurre antes de los 40 años (insuficiencia ovárica prematura o menopausia precoz) se considera una enfermedad endocrina con necesidad de tratamiento hormonal.
A pesar de ser artículos escritos por líderes de opinión, son revisiones narrativas, un modelo de publicaciones científicas con limitaciones que incluyen opiniones particulares. Los que también somos líderes de opinión (yo mismo soy el representante internacional de especialistas españoles/as de menopausia) decimos que “la opinión hay que apartarla de las decisiones médicas”. Así, los artículos que reflejen recomendaciones médicas deberían ser ‘Guías de Práctica clínica’ basadas en revisiones sistemáticas.
Como muchas publicaciones científicas cargadas de sesgo de publicación, están escritas por [autores] anglosajones (Estados Unidos, Reino Unido, Australia). En el mundo anglosajón de liberalismo extremo, la menopausia es un menoscabo para el rendimiento laboral: esto es estigmatizar aún más a las mujeres.
La relación entre las terapias hormonales y el cáncer de mama es, cuanto menos, contradictoria. De aceptar la relación entre los tratamientos hormonales usados en el mundo anglosajón y el riesgo de cáncer, esta sería clínicamente insignificante y procede de pacientes a quienes se les ha administrado sin estar indicados, aparte de tener obesidad y una media por encima de los 60 años. Utilizando otros tipos de terapias hormonales, en mujeres menores de 60 sin obesidad y estando indicados, en los países europeos no se ha observado este tipo de relación.