El estudio pone números globales al pobre estado de conservación de la fauna (y, por extensión, la biota) de los medios acuáticos continentales (ríos, lagos y humedales), un escenario que ya se intuía a partir de otras aproximaciones (por ejemplo, living planet index). El trabajo se centra en decápodos (cangrejos y cangrejos de río), peces y odonatos (libélulas y caballitos del diablo), para mostrar que casi el 25 % de las especies están amenazadas de extinción (es decir, se incluye dentro de una de las categorías de amenaza – CR, EN o VU–, está extinta en el medio –EW– o definitivamente extinta –EX–). Este número podría ser mayor si se hubiesen incluido otros grupos con muchas especies amenazadas, como los bivalvos y otros moluscos de agua dulce. Por otro lado, resulta llamativo que los odonatos se incluyan entre los organismos acuáticos y los anfibios entre los tetrápodos terrestres. Ambos grupos dependen del agua para la cría y los estadios juveniles, pero como adultos son fundamentalmente terrestres (de hecho, los odonatos son, como grupo, notablemente más terrestres que los anfibios).
El porcentaje global de especies amenazadas en medios acuáticos (ese 25 %) no se distribuye homogéneamente por el mundo y hay biomas y regiones en las que las cifras son notablemente superiores. Es el caso de los ecosistemas de clima mediterráneo del mundo (en Norteamérica y Suramérica, el sur de África, Australia y la propia cuenca mediterránea), en las que buena parte de las especies nativas están amenazadas por los impactos combinados de la regulación de cursos fluviales (con embalses), la sobreexplotación de recursos hídricos, las especies invasoras y la eliminación de humedales. El artículo incluye un mapa (figura 3) que muestra el número de especies acuáticas amenazadas en el que destaca la península ibérica. Siendo un territorio relativamente pobre en cuanto al número total de especies es llamativo, y muy preocupante, que albergue tantas especies amenazadas.
Tampoco las amenazas se distribuyen de forma homogénea por el planeta. Así, el artículo menciona (citando trabajos previos) que el 37 % de los ríos de más de 1.000 kilómetros de longitud están regulados por embalses (“are no longer free-flowing"). En el contexto ibérico, ese porcentaje es del 100 % (e incluso debe acercarse al 100 % si hablamos de ríos de más de 100 kilómetros de longitud). Además, todas las cuencas ibéricas grandes o medianas albergan al menos tantas especies invasoras de peces como nativas (a menudo bastantes más), estando de hecho entre los sistemas acuáticos más intensamente invadidos a nivel mundial. No hay que olvidar además que la creación de embalses y los cambios en los regímenes de caudal que generan la gestión de las aguas embalsadas favorecen la presencia de especies invasoras. Es decir, muchas de las amenazas que afectan a la biodiversidad acuática actúan de forma sinérgica.
Me parece que el artículo es importante para poner sobre la mesa las muchas necesidades de conservación de la biodiversidad acuática, que a menudo recibe muy poca atención. Situaciones que se dan en la gestión de la fauna acuática son impensables con aves o mamíferos. Por ejemplo, la anguila europea (Anguilla anguilla) sigue explotándose comercialmente en toda su área de distribución, incluida España, a pesar de ser una especie en peligro crítico de extinción (CR), un escenario inconcebible para el visón europeo (Mustela lutreola), el desmán ibérico (Galemys pyrenaicus) o la alondra ricotí (Chersophilus duponti).
En la península ibérica los espacios protegidos se han hecho obviando a la biodiversidad acuática. De hecho, si estos espacios se hubiesen generado al azar, poniéndolos en cualquier lugar, hubiesen protegido mejor la biodiversidad acuática que en su configuración actual. Las estrategias estatales de conservación han olvidado sistemáticamente a las especies acuáticas, incluyendo la anguila o el salmón (Salmo salar), pero también, y sobre todo, a las especies exclusivas de la península con alto riesgo de desaparecer, como los ciprinodóntidos (samaruc - Valencia hispanica, fartet - Apricaphanius iberus y salinete - Apricaphanius baeticus), el jarabugo (Anaecypris hispanica) o diferentes especies de los géneros Squalius y Cobitis. Con este panorama desolador en la biodiversidad nativa, resulta de lo más sorprendente que sí que se haya elaborado una estrategia estatal para la conservación del cangrejo de río italiano (Austropotamobius fulcisianus), una especie introducida en España.
En resumen, los sistemas acuáticos continentales y sus biotas se encuentran en una situación mala a nivel global, y crítica a nivel ibérico. Su conservación requiere cambios importantes tanto en la planificación de la gestión de la biodiversidad como en la explotación de recursos naturales. Y, a día de hoy, se ha hecho poco camino en esa dirección.