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Michael Rovatsos

Catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido)

La antropomorfización de los sistemas de IA en el artículo, que habla de cosas como 'adulancia' y 'traición', no es útil. Los sistemas de IA intentarán aprender a optimizar su comportamiento utilizando todas las opciones disponibles, no tienen ningún concepto del engaño ni ninguna intención de hacerlo. La única forma de evitar el engaño es que sus diseñadores lo eliminen como opción.  

En los juegos estratégicos, lo que engañosamente se denomina ‘hacer trampas’ es en muchos casos totalmente compatible con las reglas de esos juegos: ir de farol es tan común en el póquer como apuñalar por la espalda en el juego Diplomacy entre humanos. Lo fundamental es que los jugadores humanos sepan que pueden ser engañados en estos juegos, y si juegan contra la IA deben saber que esta también puede engañarlos a ellos. 

Sin duda, los usos maliciosos de la IA se beneficiarán de sus capacidades para engañar, razón por la cual es necesario ilegalizarlos y dedicar esfuerzos a identificar las infracciones, del mismo modo que detectar el fraude, el soborno y la falsificación genera un coste para la sociedad. Es importante ordenar que los usuarios humanos sepan cuándo interactúan con un sistema de IA, independientemente de que pueda engañarles o no. 

No estoy tan convencido de que la capacidad de engaño cree un riesgo de 'pérdida de control’ sobre los sistemas de IA, si se aplica el rigor adecuado en su diseño; el verdadero problema es que actualmente no es así y los sistemas se lanzan al mercado sin esas comprobaciones de seguridad. El debate sobre las implicaciones a largo plazo de las capacidades engañosas que plantea el artículo es muy especulativo y hace muchas suposiciones adicionales sobre cosas que pueden o no ocurrir en el futuro. 

ES