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Maruxa Pérez Fernández

Presidenta de la Sociedad Española de Física Médica (SEFM)

Según la normativa española —el Real Decreto es una trasposición parcial de la directiva EURATOM 2013/59—, todas las exploraciones mediante tomografía computarizada (TC o TAC) deben estar debidamente justificadas. Esto significa que un facultativo debe tomar una decisión personalizada para cada paciente, indicando la realización de la TC solo si, en su situación clínica concreta, el beneficio esperado supera al riesgo asociado a la dosis de radiación recibida. Por tanto, si un médico indica a un paciente que es conveniente realizarse un TAC, este debe realizárselo. Además de estar justificada, la dosis de radiación debe estar optimizada: ser la mínima compatible con que la calidad del estudio sea adecuada a su fin. Este artículo no se debe interpretar como una guía para que los pacientes tomen decisiones individuales basadas en sus resultados, pero sí debe hacernos reflexionar a profesionales, gestores sanitarios y administraciones sobre cómo mejorar las herramientas de justificación y optimización que ya tenemos. 

Además, la dosis de radiación de cada exploración TC realizada es, en general, menor en los equipos de última generación que en los más antiguos y, afortunadamente, en España se produjo una gran renovación de estos equipos en el año 2023 gracias al plan INVEAT realizado con los fondos de recuperación Next Generation EU. 

Según datos de la OCDE para 2021 (los más recientes disponibles) el número de exploraciones TC por cada 1.000 personas (es decir, directamente comparable, pues no influye la población total del país) en EE UU fue 1,8 veces superior a las realizadas en España (254 en EE. UU frente a 134 en España). Sin embargo, el número de exploraciones TC también crece rápidamente en España, siendo más de un 25 % superior en 2021 frente a 2015. 

En España, actualmente, se está extendiendo el uso de unas herramientas llamadas sistemas de registro y gestión de dosis que, si son bien utilizadas por un equipo multidisciplinar de profesionales, que incluya facultativos especialistas en radiofísica, radiólogos y técnicos superiores en imagen, permiten vigilar y optimizar la dosis de radiación recibida por la población debida a exploraciones diagnósticas. Estas herramientas deben ser impulsadas por los gestores sanitarios e incluidas en proyectos más amplios de optimización y justificación que incluyan programas de formación continuada para profesionales y mejora de la coordinación entre niveles asistenciales. Algunas comunidades autónomas ya los tienen en marcha y otras están en proceso de implantación. El Centro Nacional de Dosimetría, perteneciente al Ministerio de Sanidad, tiene también un proyecto a nivel nacional. Desde la Sociedad Española de Física Médica estamos muy interesados en promover la implantación adecuada de estas herramientas, que pueden considerarse herramientas de prevención cuaternaria, pues las consideramos fundamentales dado el aumento de exploraciones TC que se está registrando. 

Existe algún proyecto de auditoría de justificación en la Unión Europea, financiado con fondos comunitarios y aún de forma piloto. Esta auditoría consiste en que, para una pequeña muestra de pacientes se comprueba a posteriori, y siguiendo una sistemática bien establecida, si las imágenes realizadas estuvieron correctamente prescritas (si la evaluación riesgo/beneficio realizada originalmente fue adecuada). En mi opinión, la extensión de estas auditorías ayudaría promover la cultura de la calidad y la seguridad y contribuiría también a la tranquilidad de los pacientes.

ES