Mariona Borràs
Ingeniera de montes y responsable del área de Base social y Comunidad de la Fundació Pau Costa
Juan Caamaño
Responsable del Área de Capacitación de la Fundación Pau Costa
España vive una simultaneidad de incendios marcada por olas de calor y tormentas. Lo que está sucediendo estos días en España es una situación de simultaneidad de incendios, desencadenada por una serie de factores: una primavera con precipitaciones abundantes, lo que ha favorecido el crecimiento y acumulación de vegetación (especialmente el pasto donde por norma general se originan y comienzan los incendios), un mes de junio con temperaturas medias anormalmente altas, que ha ido secando y estresando la vegetación, y una ola de calor prolongada desde principios de agosto, que ha creado el escenario perfecto para tener incendios simultáneos.
España siempre ha vivido veranos con olas de calor, este fenómeno no es anormal para nuestro país, sí lo es el número de olas de calor que nos afectan en los últimos años, su duración y el valor de las temperaturas medias alcanzadas en estas olas. Estos fenómenos meteorológicos han estado en numerosas ocasiones ligados a situaciones de incendios muy complejas; recordemos los años 92 y 94, años donde se quemaron la mayor superficie registrada según la estadística de incendios del MITECO, o el año 2005, 2012 o más cerca, el 2022. Lo que estamos viviendo estos días con respecto a la simultaneidad de incendios y los fenómenos que lo impulsan son de sobra conocidos por los especialistas de incendios forestales: combinación de olas de calor con fenómenos convectivos que originan la formación de tormentas, dando lugar a incendios por donde pasan. Lo que sí es distinto es que cada vez los incendios forestales afectan a más personas, pueblos e infraestructuras, aumentando enormemente la complejidad en su gestión y control.
Aunque todos estos incendios que estamos viendo se han originado bajo un mismo escenario meteorológico de combinación de olas de calor con la presencia de tormentas, cada uno de ellos tiene sus particularidades y no se deben analizar todos desde el mismo prisma. Algunos están afectando a zonas de interfaz urbano-forestal, lo que ha exigido realizar evacuaciones masivas como los incendios de Zamora y León, el incendio de Tarifa en Cádiz o el incendio de Tres Cantos en Madrid. Otros afectan a zonas menos pobladas sin llegar a ser un problema de protección civil, pero sí están teniendo un gran impacto ecológico quemando espacios naturales protegidos, incluso Patrimonio de la Humanidad como el de Las Médulas. Y es que el incendio no discrimina y el fuego avanza por allí por donde encuentra combustible disponible para arder.
España siempre ha vivido entre veranos con poca actividad de incendios y veranos realmente malos, con mucha actividad acompañados con una elevada complejidad. Desde nuestro punto de vista, no cabe duda de que está siendo un verano con actividad de incendios, pero no excepcional como otros, al menos de momento, ya que todavía queda bastante verano por delante. A pesar de este fenómeno, no podemos perder de vista que vivimos en un país de clima mediterráneo, y que los incendios forestales forman parte de nuestros ecosistemas y, por lo tanto, deben formar parte de nuestra sociedad.
El escenario de simultaneidad que se está viendo estos días refleja lo complejo que es la gestión de los incendios forestales. Una complejidad que no se puede abordar con soluciones simples ni focalizar la atención solamente en mejorar y reforzar los servicios de emergencias que hacen frente a los incendios, que también es necesario siempre. Necesitamos paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes para poder gestionar estos grandes incendios forestales como señalamos desde la Fundación Pau Costa en la Declaración de los grandes incendios forestales en España o como se recoge en el documento publicado por el MITECO Orientaciones estratégicas para la gestión de incendios forestales en España, desarrollado por el Comité de Lucha contra Incendios Forestales (CLIF), o las Propuestas para la prevención integral de incendios forestales de la Fundación Entretantos.
No será hasta finales de la campaña (todavía quedan semanas), y con los datos correspondientes, cuando podamos evaluar cuál ha sido el comportamiento de estos grandes incendios forestales, crear comparativas con años anteriores y extraer lecciones aprendidas de este 2025. Solo entonces podremos saber lo excepcional de este escenario.