Maribel Gallardo Fuentes
Investigadora en el departamento de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla
La protonterapia es una técnica muy precisa que es significativamente mejor que la radioterapia convencional para el tratamiento de un cierto número de tumores, entre ellos la mayor parte de los pediátricos. Sin embargo, existe una gran proporción de cánceres que responden muy bien a la radioterapia con rayos X, y un tercer grupo para los que no existe aún una opinión consensuada por los especialistas, aunque en principio parece que sería beneficioso el uso de protones en ellos.
Para el tratamiento de todos los pacientes del primer grupo bastaría con cuatro unidades de tratamiento en España. Recordemos que existen dos privadas ya funcionando; si se añaden las diez unidades cuyos equipos serán financiados por la Fundación Amancio Ortega, y una más en Cantabria, también pública, hacen 13.
Con este número de unidades nos situamos en un cortísimo espacio de tiempo únicamente detrás de EE UU en número de salas de protonterapia por habitante, muy por delante de Alemania y de Japón, países todos con una larga experiencia en este tipo de terapia.
Esto supone una oportunidad única para, además de tratar a esos pacientes del primer grupo, poder realizar ensayos clínicos que den luz sobre los posibles beneficios para los pacientes del grupo 3 nombrado al principio, y también para investigar tanto sobre tratamientos innovadores, como sobre desarrollo de nuevos equipos ligados a la protonterapia.
El lado oscuro de disponer de ese número tan elevado de unidades es que un programa tan ambicioso como el planteado exige una detallada planificación, que incluya una evaluación realista de las necesidades (para su escalamiento); un programa de formación (ya que están implicados tecnología y protocolos novedosos en nuestro entorno); y la estimación rigurosa de los costes de operación y mantenimiento asociados (que pueden suponer una fracción considerable del gasto total).
En caso de no darse estas circunstancias, los retornos al sistema de sanidad pública quedarían muy por debajo de las expectativas creadas. O incluso puede que las salas queden vacías