Maria Kangas
Directora de la facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad Macquarie, miembro ejecutivo del Smart Green Cities Research Centre y miembro del Lifespan Health and Wellbeing Research Centre (Australia)
El estudio de Li y Leppold evaluó los efectos acumulativos en la salud mental de la exposición sucesiva a desastres naturales referenciados como desastres climáticos utilizando un conjunto de datos longitudinales representativos a nivel nacional [en Australia] (el HILDA), entre 2009 y 2019. La muestra (N=1511) fue seleccionada en función de que los participantes hubieran sufrido daños o la destrucción de su vivienda debido a un desastre relacionado con el clima (por ejemplo, incendios forestales, inundaciones, ciclones). Se incluyó una muestra de comparación emparejada sociodemográficamente (N=3880). Lamentablemente, la muestra de exposición seleccionada es pequeña en cuanto a la proporción de participantes identificados que declararon haber sufrido dos o más catástrofes naturales acumuladas.
Las principales conclusiones de este estudio indican que la salud mental (que comprende la ansiedad y los síntomas depresivos) disminuyó en el caso de las personas expuestas a dos o más catástrofes sucesivas. La exposición repetida a estos desastres dificultó o retrasó la recuperación. Estas conclusiones concuerdan con otros estudios que indican que los desastres acumulativos, incluidos los factores de estrés vital, pueden agotar las capacidades de resiliencia de las personas cuando se enfrentan a adversidades sucesivas, sobre todo cuando se producen en proximidad temporal e incluyen la pérdida de recursos.
Algunos de los principales factores de riesgo identificados tienen importantes implicaciones para ayudar a las comunidades en riesgo a prepararse y adaptarse a los fenómenos relacionados con el clima. Un hallazgo notable fue que las personas con problemas crónicos de salud, deficiencias y discapacidades, escaso apoyo social y las que residían en viviendas de alquiler informaron de un deterioro de la salud mental incluso después de la exposición a una catástrofe inicial. Estos resultados demuestran que la exposición a importantes factores de estrés acumulado, ya sean catástrofes naturales consecutivas o en combinación con problemas de salud o dificultades socioeconómicas preexistentes, puede agotar los recursos de respuesta de las personas y pone de manifiesto la necesidad de reforzar los primeros auxilios psicológicos y el apoyo continuo a estas personas y comunidades más vulnerables.
Sin embargo, es vital comprender las necesidades holísticas permanentes de estas comunidades. El diseño conjunto de los futuros servicios de apoyo con estas comunidades es esencial para garantizar que los recursos sean adecuados y beneficiosos para las personas y comunidades en situación de riesgo.
Aunque las mujeres, los adultos más jóvenes y los residentes en comunidades rurales eran más propensos a informar de un deterioro de los síntomas de salud mental tras desastres repetidos, el pequeño tamaño de la muestra significa que estos resultados deben interpretarse con cautela, sobre todo porque los resultados también se vieron limitados por la falta de información relativa a los tipos y la gravedad de los fenómenos naturales experimentados.
El impacto financiero de estos desastres (incluida la pérdida de medios de subsistencia y el desplazamiento) tampoco se incluyó en el estudio actual. Por lo tanto, estos últimos hallazgos atestiguan la necesidad de futuras investigaciones que midan de forma más exhaustiva el impacto total de los fenómenos meteorológicos en combinación con los factores de estrés de la vida cotidiana, ya que los fenómenos relacionados con el clima no se producen en el vacío.