Mª Pilar Matud Aznar
Doctora en Psicología y en Ciencias de la Información por la Universidad de la Laguna, catedrática de esa universidad –actualmente jubilada— y psicóloga especialista en Psicología Clínica
El trabajo me parece muy importante y necesario ya que, tradicionalmente, la violencia sexual se ha mantenido oculta (cuando no normalizada) y se culpaba y responsabilizaba a las víctimas de dicha violencia. Ese ocultamiento no impedía ni limitaba el impacto que dicha violencia tiene en la salud física y mental de las sobrevivientes a dicha violencia. Tal y como se recoge en el estudio, la violencia sexual contra niñas y niños es un problema generalizado de salud y derechos humanos que, en todo el mundo, limita la seguridad y el bienestar de la infancia. Dicha violencia tiene un impacto importante y a largo plazo en la salud física y mental y también se ha asociado con conductas como consumo de alcohol y de sustancias. Además de sus efectos directos sobre la salud, limita el desarrollo individual, obstaculizando el rendimiento educativo y el logro económico, lo que conlleva una disminución de las trayectorias de bienestar de las personas sobrevivientes de dicha violencia. Por tanto, tal y como se afirma en el estudio, es una obligación moral proteger a niñas y niños de la violencia y mitigar los efectos que tiene en su salud a lo largo de toda la vida.
De este trabajo destaca que se analizan datos de un número elevado de países (204) y en un periodo temporal amplio, desde 1990 hasta 2023. La definición de caso de violencia sexual contra menores utilizada en este estudio es haber experimentado alguna vez relaciones sexuales u otro tipo de violencia sexual de contacto (es decir, caricias y otros tocamientos sexuales) antes de la edad de 18 años, en la que el contacto fue no deseado (es decir, forzado físicamente o bajo coacción), independientemente de la relación entre víctima y perpetrador. Es importante tener en cuenta que esta definición de caso no incluye el abuso o la explotación online, ya que la información sobre estas formas de violencia suele medirse mediante otros métodos.
De los resultados destaca que la prevalencia de la violencia sexual contra menores es muy alta en todo el mundo, si bien se dan importantes variaciones entre algunos países y áreas geográficas. Así, aunque se estimó que en 2023 la prevalencia global estandarizada por edad en las personas de 20 o más años fue del 18,9 % para las mujeres y del 14,8 % para los hombres, las estimaciones para las mujeres oscilaron entre el 6,9 % en Montenegro y el 42,6 % en las islas Salomón, y para los hombres entre el 4,2 % en Mongolia y el 28,3 % en Costa de Marfil. Tales variaciones en las tasas indican que hay factores de riesgo y protectores de la violencia sexual que será necesario analizar para poder implementar programas y políticas para prevenir y erradicar tal violencia.
Otro resultado importante es que, a nivel mundial, las estimaciones se mantuvieron relativamente estables desde 1990, con ligeras variaciones a nivel nacional y regional. También destaca entre los resultados que la primera experiencia de violencia sexual en personas con edades entre 13 y 24 años se produjo antes de los 18 años en el 67,3 % de las mujeres y en el 71,9 % de los hombres supervivientes.
Y también es importante tener en cuenta que, tal y como se plantea en el estudio, dada la escasez de datos y los retos que plantea la medida de la violencia sexual es probable que los resultados obtenidos subestimen la verdadera prevalencia de la violencia sexual contra menores.