Raúl Ortiz de Lejarazu y Leonardo
Profesor de Microbiología, asesor científico y director emérito del Centro Nacional de Gripe de Valladolid
Es un estudio de muy alta calidad, bien concebido para los objetivos propuestos e impecablemente realizado. Los firmantes son personas de probada experiencia en este campo, con numerosas publicaciones. A algunos de estos científicos los conozco personalmente.
Es una continuación de trabajos anteriores. Se sabe que las vacunas actuales de gripe solo protegen frente a las cepas de gripe de ese año, con evanescencia de anticuerpos a partir de los seis meses. La HA (hemaglutinina) es el componente fundamental de las vacunas de gripe (como la glicoproteína S en las de SARS-CoV-2) y tiene dos regiones: una que varía mucho (la cabeza) y otra que no varía apenas (más conservada), que es el tallo. De la HA hay 16 tipos diferentes (más dos en murciélagos que no vienen al caso) que están asociados a dos tipos de tallos, 1 y 2. En este trabajo han ensayado la proteína del tallo 1, que sirve para una protección cruzada frente a la H1, la H2 y H5 (aunque dentro del grupo filogenético 1 del tallo están también la 9, 11, 12, 13 y 16).
Se ha fabricado en una plataforma con nanopartículas que permiten una vehiculización mejor del antígeno y los resultados son muy esperanzadores.
Siempre hay limitaciones. En teoría hay más tipos que no se han ensayado, pero son muy infrecuentes y solo están presentes en aves salvajes. La duración de los anticuerpos parece buena, superior a un año, así que cumple los objetivos de la OMS de 2017.
En gripe, las mediciones de anticuerpos son un correlato de protección admitido desde hace más de 50 años. No es perfecto, pero sí bastante aproximado. Por ese lado del artículo no hay nada que dudar.